El PSOE está enfrascado en la difícil tarea de elegir un secretario general. ¿Qué cualidades debe tener? Pues aunque un partido es fruto de un trabajo colectivo, no cabe duda de que el personaje es decisivo en esa trayectoria y por lo tanto también es imprescindible que tenga capacidad de liderazgo. Algunos le pedirán carisma, pero la experiencia nos dice que el carisma viene con el cargo. ¿Qué carisma tenía el Aznar perdedor, el Zapatero desconocido o incluso el Rajoy previo a la victoria? Un buen amigo mío siempre suele decir: "A mí me nombran Papa y desde ese momento soy infalible".

No faltarán quienes, como sucede con otros nombramientos, propongan a "los ganadores", es decir, a alcaldes que se han librado de la reciente debacle electoral y han ganado en sus respectivos feudos. Esta estrategia ya se ha utilizado en ocasiones anteriores unas veces con éxito y otras con un rotundo fracaso. Ahí está el ejemplo del alcalde avasallador de Parla que, como secretario de Madrid, en realidad va de fracaso en fracaso. No menos ejemplar resulta el caso de quien de triunfador alcalde de un pueblo catalán pasó a ser anodino ministro de Trabajo. La conclusión es que cada uno tiene un techo, y si ese techo se supera cae al vacío. Lo que hay que buscar es una persona que cumpla el rol que se exige para un puesto, venga de donde venga y haya sido lo que haya sido.