Construida en los años 30 sobre unos terrenos comprados por el ayuntamiento por 4.500 pesetas, junto al camino de Monroy, la Cárcel Vieja se convirtió, paradójicamente, en una liberación para los presos, que cambiaron la miseria y el hacinamiento de la prisión de la Audiencia por este recinto con agua corriente y luz (la mayoría de las casas no disfrutaban de tales avances), y con las singularidades arquitectónicas de la II República. Sin embargo, poco a poco quedó obsoleta y los reclusos fueron llevados al Centro Penitenciario Cáceres II. Tras su cierre en 2009, la Cárcel Vieja se deteriora sin ninguna previsión de futuro.

El Ministerio del Interior sigue siendo titular de esta mole de 11.000 metros cuadrados, que alberga hasta seis edificios. Su estado de abandono es evidente y hasta algunos ladrones se han atrevido a robar dentro de la propia cárcel. No han faltado propuestas culturales y sociales para tratar de dar contenido al recinto, catalogado como bien protegido desde 2006, cuando todos los partidos cacereños aprobaron una proposición contra los planes de derribo contemplados por la Sociedad Estatal de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (SIEP).

Los trámites de cesión al ayuntamiento anunciados por el Gobierno central en 2010 no han llegado por ahora a ningún punto, aunque avanzan en los últimos tiempos con el estudio por parte del consistorio de los informes pertinentes. El inmueble está a la venta en la web de la SIEP, calificado como equipamiento municipal en suelo urbano no consolidado.