Cáceres, 20 de mayo de 1992. Una universitaria risueña, cercana, con infinidad de inquietudes.

--¿Es de las que 'rajan' o de las que adoran Cáceres?

--Una mezcla de ambas. Cáceres es una ciudad preciosa, pero a los jóvenes se nos queda pequeña. No se invierte en nosotros y, por tanto, no hacemos otra cosa que ir a tomar algo a los mismos lugares de siempre. Por eso, hay muchas veces que "rajo", pero es por este tema.

--¿Qué es lo mejor y lo peor que tiene?

--Lo mejor, la parte antigua. Es un lugar que enamora y más de noche, cuando su encanto se multiplica. Además, es una ciudad pequeña, así que tienes todo cerca, pero hay menos sitios a los que ir. Está claro que le falta movimiento, ocio: una bolera, un centro de recreativos (como el que había en el CC Ruta de la Plata), etc. En verano, cuando no hay universitarios, la ciudad está prácticamente muerta.

--Vive en el casco viejo. ¿Es un inconveniente o una ventaja?

--Obviamente, una ventaja. Puedes ir andando a cualquier parte, no hace falta coger coche o autobús (a no ser que sea a las 8 de la mañana para bajar a la facultad, claro). Además, mi zona es tranquila, no se escucha mucho ruido de los coches como puede pasar en pleno centro.

--Se suele decir que el cacereño medio es conservador. ¿Los jóvenes también?

--Para nada. Nosotros queremos cambios, no estancarnos en una rutina, aunque parezca lo más cómodo. En cuanto a las tradiciones, no lo tengo tan claro. Por ejemplo, la Semana Santa de Cáceres la siguen muchísimos jóvenes, dejando aparte el tema de "creo o no creo".

--Estudia Educación Social. ¿Cómo ve su futuro laboral?

--Mal, muy mal. Ahora nadie se preocupa por las políticas sociales. Además, la figura del educador social está un poco en el aire, poca gente sabe exactamente a lo que nos dedicamos. Por otro lado, no me gustaría quedarme solamente en una "educadora social". Cuando termine, me gustaría empezar con Psicología.

--¿Es 'pro' novatadas o 'anti'?

--'Pro', sin dudarlo. Pero no de las que se ven en televisión cada año, que son burradas para entretener a los veteranos, como atar a los novatos a una farola. Aquí se les pinta y guarrea un poco y se hacen juegos para integrarlos. Llevo cuatro años en la universidad y nunca he visto que se les humille ni agreda, como dicen por ahí.