Los agoreros y pesimistas no podían imaginar cómo un cambio de fisonomía y un proyecto integral, el de la Plaza Mayor, iba a devolver a este entorno visitas constantes de miles de cacereños. Nuestros turistas también son privilegiados espectadores de una obra que, ya asentada en nuestra imagen colectiva, ha supuesto, objetivamente, un impulso a la zona. No solo al estado de ánimo con el que uno puede visitar la ciudad intramuros, sino todo lo que alrededor se mueve. Qué duda cabe que si estuviéramos en otro momento económico el impacto y la riqueza serían mucho mayores.

En los últimos meses, nuestra Plaza Mayor ha sido garantía de éxito en cuanto a las actividades programadas en ella. Es inicio o fin de carreras deportivas; sigue siendo punto de encuentro de conciertos y actividades culturales; es lugar señalado para el paseo y la diversión de familias enteras-

Cambiada la época del año, es lógico que hosteleros y empresarios busquen en este espacio una fuente de ingresos que repercuta en su cuenta de beneficios. No es menos cierto que el propio equipo de gobierno querrá siempre rentabilizar, ante su falta de iniciativa, aquellas propuestas privadas que puedan surgir. No obstante, la labor de los responsables municipales no puede ser la de propiciar todo cuanto se proponga.

Volver a caer en el error de las navidades pasadas e instalar un mamotreto con forma de carpa que ocupe la mayor parte del recinto de la Plaza Mayor durante más de un mes demostrará que el equipo de gobierno no tiene imaginación ni fuerza para exigir otras soluciones. Una pista de hielo, e incluso atracciones para los más pequeños, son perfectamente compatibles con el entorno de la Plaza Mayor siempre y cuando no haya carpa de por medio. Ciudades como Brujas, Viena, Vitoria o Florencia tienen en plazas emblemáticas y en fechas similares pistas de hielo. Gobernar es priorizar y conciliar todos los intereses. Posibilitar una pista de hielo sin carpa, sería ofrecer una imagen moderna y abierta de nuestra ciudad.