Tras cien días sin acceder a la Casa de Cultura Rodríguez Moñino, donde tiene su despacho, la directiva de la Asociación de Vecinos Llopis-Espíritu Santo se topó el jueves con la desagradable sorpresa de que algunas partes del techo se habían desplomado sobre la sala de danza (el suelo de madera ha quedado también dañado), y sobre parte del salón de actos, posiblemente por algún temporal.

Los vecinos no comprenden lo que está ocurriendo en la casa de cultura, donde las obras llevan año y medio de retraso (el periodo de ejecución del contrato firmado con el ayuntamiento era de cinco meses) y no hay visos de que aceleren. «Desde la propia asociación pedimos la reforma del edificio porque tiene unas dotaciones magníficas, comenzando por su salón de actos, con escenario y camerinos. Debería estar al servicio de toda la ciudad. Pero llevamos tiempo preocupados por la demora y así se lo venimos trasladando al Gobierno municipal», explica el presidente vecinal, José Antonio Ayuso.

Tras el confinamiento, la asociación se ha encontrado el edificio en un estado lamentable, porque allí continúan trabajando algunos obreros mientras los trozos de techo están por los suelos, quizás a causa de algunas lluvias fuertes de las pasadas semanas. «Es incomprensible que la sala de danza haya quedado completamente inutilizada, y que parte del techo del salón de actos, que ya se estaba rehabilitando, se haya desplomado también. Hoy seguían cayendo trozos», precisó ayer el responsable vecinal.

La asociación ha denunciado en reiteradas ocasiones la situación de la casa de cultura. Además viene solicitando un nuevo despacho donde reunirse, porque en el actual ni siquiera tienen cabida los nueve miembros de la directiva. «Hay espacios disponibles en la misma casa cultural. Estamos a la espera de respuesta», señala Ayuso. Además, cuando realizan alguna actividad vecinal tampoco pueden utilizar el recinto debido a las obras. En esos casos deben pedir un espacio a Participación Ciudadana y esperar que haya un lugar libre en un horario factible. «En definitiva, necesitamos una solución», concluye el presidente.