Harto de vivir enclaustrado en estructuras convencionales, muertas, férreas y de hormigón, rodeado de elementos artificiales, decidió iniciar un largo proceso que le llevaría ocho años de su vida. Un cacereño, Pablo Vivas White, se ha autoconstruido, pieza a pieza, una vivienda de 240 metros cuadrados en madera, utilizando 50 especies de árboles de cuatro continentes. Quería habitar una casa respetuosa con la naturaleza, viva como los propios inquilinos, levantada con un recurso natural, renovable y por lo tanto ecológico. El proyecto alcanza tal envergadura que ha ganado dos de los tres premios del Instituto para la Promoción de la Madera de Extremadura (Iprocor).

Situada en el barrio residencial R-66 sobre una parcela de 700 metros cuadrados, la casa tiene singularidades por cada rincón, lógicamente todos de madera, desde su estructura, soportada por pórticos, jácenas y pilares de más de un siglo (el material ha sido recuperado de construcciones derribadas) tallados y ensamblados por él, hasta los muebles, las puertas, las ventanas y los armarios. Destacan los curiosos mosaicos intercalados con motivos de la naturaleza, en roble, encina y eucalipto, entre otros, que adornan los suelos del inmueble y las paredes de las habitaciones.

Todo ha sido obra del propio Pablo Vivas, un técnico industrial de 45 años enamorado de la calidez, la textura y las formas de la madera, que además ha logrado fabricar sus propias máquinas para conseguir ciertas piezas que requería el proyecto.

Maderas de medio mundo

La casa, ya finalizada, tiene maderas que Pablo Vivas ha buscado por medio mundo: Africa, Asia, Sudamérica y numerosos países de Europa (Alemania, Francia, República Checa, Suecia, España...). "Seleccionaba la especie a medida que iba pensando cómo diseñar la siguiente habitación", explica. Hay pino laricio de Cuenca, pino de Oregón, pino de las Landas (sur de Francia), pino rojo de Suecia, massaranduba de Brasil, elondo de Africa, bangkirai de Indonesia, castaño de la Sierra de Béjar, fresno y chopo del Jerte, además de eucalipto, haya, roble y por supuesto encina extremeña.

Pablo Vivas ha trabajado sólo, con la única ayuda de una pequeña grúa, y en ocho años ha dado forma a su vivienda con cuatro dormitorios muy peculiares (por ejemplo, uno está dedicado a las tradiciones madereras del norte extremeño y se ha elaborado íntegramente con castaño de Hervás), despacho, salón de 60 metros cuadrados, cocina de ensueño de 20 metros, baños por doquier, garaje, un jardín de invierno y una zona de recreo que rodea todo el inmueble.

Todo está diseñado al detalle, desde un dispositivo que ventila de forma natural la cubierta (evita humedad, hongos...), hasta las puertas modelo Luis XIII hechas con pino rojo y plafonadas en eucalipto, bellos artesonados en los techos y maderas teñidas que confieren colorido a algunas estancias.

El propietario ni siquiera se atreve a cuantificar el coste del proyecto --gestiones, horas de trabajo, búsqueda del material...--. Por ejemplo, cada madera lleva un tratamiento muy específico y ninguna ha estado en curación menos de cuatro años para aclimatarse debidamente. "Yo no puedo calcular el valor porque no la vendería por nada. Es más que una casa, mucho más", confiesa.