El traslado del mercadillo vuelve, una vez más, a estar cargado de polémica. Tal y como adelantó ayer este diario el ayuntamiento baraja llevarlo a una parcela ubicada entre Casa Plata y Charca Musia, concretamente en la avenida Trashumancia, en una superficie que linda a un lado con el polígono industrial y a otro con esta barriada cacereña. Es el espacio que más se adapta a los requerimientos necesarios para albergar una actividad como esta, tal y como afirmó ayer la concejala de Comercio, Mª Ángeles Costa. La otra opción que está sobre la mesa es otra parcela ubicada en Mejostilla pero, una vez analizadas al detalle ambas, la de Casa Plata es la que más encaja. En cambio la elección no convence ni a los comerciantes ni a los vecinos.

Se trata solo de un primer paso y no hay nada decidido. En estos momentos el ayuntamiento está pendiente de los informes de Urbanismo que confirmen que efectivamente la superficie tiene las condiciones necesarias para acoger la actividad ambulante, después se le comunicará a los comerciantes y deberá obtener el visto bueno del Consejo Sectorial de Comercio. El mercado franco lleva ocho años en un emplazamiento provisional y el gobierno local ya había anunciado que su traslado a un espacio definitivo era prioridad en esta legislatura; aunque la decisión se ha demorado debido a la crisis del coronavirus. No hay una fecha máxima para el traslado pero, tal y como subraya la edil de Comercio, «queremos que sea cuanto antes».

PANCARTAS Y FIRMAS

Ambulantes y vecinos se enteraron de que Casa Plata era el lugar preferido por el ayuntamiento por la publicación de la noticia ayer en este diario. Y ambos se muestran molestos. «Nos tenían ocultado todo y sin embargo ya tenían hasta las rutas de los autobuses», afirma Rosa de Lima, la presidenta de la asociación de vecinos Casa Plata. Asegura que el barrio rechaza de forma unánime que la actividad ambulante se traslade a este espacio, sobre todo porque estará ubicado en una zona donde hay adosados y casas bajas. «Lo que no quieres en tu puerta no se lo pongas a otra persona. El mercadillo solo trae suciedad, delincuencia y ruidos», añade De Lima. Y anuncian movilizaciones. Mañana colocarán pancartas en las ventanas y comenzarán una recogida de firmas para conseguir paralizar la decisión. De no lograrlo, apostilla, saldrán a la calle a manifestarse.

Tampoco ha convencido a los comerciantes, que son también tajantes: «O nos llevan detrás de los bomberos o de aquí no nos movemos», señala el portavoz de los comerciantes de Cáceres, Joaquín Jiménez. Consideran que esta parcela está más céntrica y más cercana a la estación de autobús y de tren, como ocurría cuando el mercadillo se ubicaba en la ronda de la Pizarra. Dicen que, cuando estaba en este otro emplazamiento, venían clientes de varias localidades de la provincia porque estaba cerca de las estaciones. Y critican al ayuntamiento porque no se ha puesto en contacto con ellos: «Señor alcalde, contacte con nosotros que somos muchas familias las que vivimos de esto», añade Jiménez.

Quejas de los ambulantes por la ubicación de los puestos: «Ahí arriba no sube ni el covid»

Hasta dos horas tuvieron que esperar ayer los ambulantes para poder instalar su puesto y empezar a vender. Después de tres meses de parón por el coronavirus se autorizó la instalación de todos los puestos del mercadillo, casi 200. Pero la organización fue un caos. Al llegar tenían que preguntar a la policía cuál era el lugar que le habían asignado (el reparto se realizó por orden alfabético), el trabajo se acumuló y se dilató varias horas. Los vendedores no entienden por qué no les permiten colocar su puesto en el mismo lugar que tenían concedido antes, como ha ocurrido en otros mercadillos de la región como en Badajoz o Mérida. «Es indignante, está todo descolocado y los clientes no te encuentran», afirma el presidente de la Asociación de Comerciantes Ambulantes de Extremadura (Acaex), José Antonio Pérez. El ayuntamiento subraya que si se cumplen los protocolos, entre ellos la distancia de dos metros entre los puestos, es imposible mantenerlos en el espacio que tenían asignado. Esto ha obligado también a dejar aislados a unos cuantos, que les tocó colocarse en espacios fuera del recorrido (en las calles San Agustín y Ortega y Gasset). «Allí arriba no sube ni el covid», se quejaron Manuel Vargas y Javier Ulloa, ambos afectados. Protestaron también los puestos de fruta ubicados al final, que estaban solos. Y piden la entrada y salida por el mismo lugar.