El tercer y último Marqués de Ovando, llamado Vicente Mariano de Ovando Solís y Pereyro (Cáceres, 1778), era uno de los nobles que estaban al servicio de los hijos del infante don Carlos, a cuya causa se unió y de cuya corte formó parte en distintos países. Esto supuso que tuviese que renunciar a volver a España desde que subió al trono Isabel II, en el año 1833. Italia fue el destino final del marqués, que se casó allí, en 1854, con la noble italiana Benedetta Radicatti Primeglio, hija de unos condes y a quien doblaba la edad.

Desde su exilio, Vicente Mariano de Ovando encargó al sacerdote aragonés José Gabás la tarea de administrar sus bienes en Cáceres, entre los que se encontraban la Casa del Sol y la de Vargas Figueroa (dos edificios colindantes y conectados entre sí), de los siglos XV y XVIII respectivamente.

El farmacéutico Joaquín Castel Gabás, sobrino de José Gabás, llegó a Cáceres en 1875, animado por su tío, con la intención de abrirse camino en una pequeña y remota ciudad de provincias de menos de catorce mil habitantes como era Cáceres entonces. Tío y sobrino vivían en la Casa del Sol y allí mismo instaló Joaquín una fábrica de gaseosas y sifones, llamada ‘La Extremeña’ (que luego trasladó a las traseras de la plaza Mayor). Fue la primera fábrica de tal índole que hubo en la ciudad (ni Joaquín Castel ni sus herederos fueron propietarios de una fábrica de hielo llamada ‘La Providencia’, aunque se lo adjudiquen desde algunas fuentes).

EN ITALIA / Durante su estancia en Italia, el marqués de Ovando entabló amistad con la Congregación de Misioneros de la Preciosa Sangre, fundada a principios del siglo XIX por el beato Gaspar de Búfalo, fallecido en 1837 (antes de que el marqués llegara a Italia). Ovando quedó fascinado ante la magnitud de los milagros atribuidos a Búfalo. Hasta tal punto que, al morir sin descendencia, en 1864, legó la Casa del Sol a los Misioneros de la Preciosa Sangre, con la condición de que establecieran en él una casa residencia para los religiosos de la congregación.

Junto al palacio, otras posesiones del marquesado, como la casa de Vargas Figueroa, pasarían también a ser propiedad de la orden. Esta concesión debía hacerse tras la muerte de la marquesa, o en vida de ésta si ella lo consideraba oportuno (que no lo consideró), ya que era la usufructuaria de sus bienes. A partir de la muerte del marqués fue su viuda quien siguió desde Italia los pasos del administrador. La comunidad de misioneros italianos no se instaló en la Casa del Sol hasta 1899, tras la muerte de la marquesa, ya nonagenaria, que sucedió en 1898.

Joaquín Castel sustituyó a su tío en la administración de los bienes de la familia Ovando y continuó ejerciendo de administrador desde que la orden de la Preciosa Sangre los heredó.

La sede elegida para la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres, inaugurada solemnemente en 1906, fue la casa de Vargas Figueroa. Por iniciativa y por mediación de Joaquín Castel fue como se consiguió el edificio, ya que era presidente de la Junta de Gobierno de la Caja y seguía administrando los bienes del marquesado (por el edificio se pagó un alquiler de veinticinco pesetas mensuales). Tras el traslado de la sede de la caja al palacio de Moctezuma, llevado a cabo tres años después, la casa permaneció cerrada.

En 2012, la prensa divulgó la noticia de que el obispado estaba negociando con la Fundación Mercedes Calle la venta de la casa de Vargas Figueroa para ser usada con fines culturales, pero la casa ha seguido cerrada.Y es que, al parecer, actualmente es el obispado quien ostenta la propiedad de los bienes, de los que la congregación tiene el usufructo. En ese año 2012 se creó la fundación Gaspar de Búfalo, destinada a gestionar el patrimonio de la congregación.

EL ANUNCIO EN PRENSA / Hace dos años, en 2017, se anunció en prensa un proyecto de reforma de la casa de Vargas Figueroa que incluía un albergue, una sala para proyectos sociales (en la línea de los que se desarrollan en la Casa del Sol, que sigue siendo la residencia de los Misioneros de la Preciosa Sangre), un centro de interpretación de 220 metros cuadrados con dos salas de exposiciones y por último un restaurante. Todo sería explotado por la fundación Gaspar de Búfalo, salvo el restaurante, cuya gestión se externalizaría.

A mediados de este mes se ha inaugurado al fin el nuevo centro, que difiere del anunciado en 2017. Se trata de un complejo turístico, llamado “Complejo Gastronómico La Casa del Sol”, que consta de restaurante, gastrobar, tienda de productos de la tierra, salas para catas, bodega y terraza, además de un albergue y un pequeño centro de interpretación (que muestra únicamente un expositor con 9 piezas y un vídeo propagandístico).El negocio dará trabajo a 17 personas (dos de ellas paradas larga duración). Ahora ya no se habla de centro social ni de ese gran centro de interpretación.Al acto acudieron las autoridades religiosas y políticas (tanto locales como regionales). El poder económico, el poder político y el poder religioso unidos a lo largo de los siglos. Parece que el tiempo se ha detenido en estas casas de nuestra querida parte antigua.

La autora es Pilar Bacas Leal.