Lo que ocurre en La Mejostilla no es una excepción porque el desarrollo urbano está descompensado: se hacen las viviendas, y los solares de uso docente, comercial o social quedan vacíos, y lo preocupante es que permanecen así durante años. La planificación de los nuevos residenciales parte de un planteamiento ideal (viviendas + servicios) que choca con la realidad cuando, como pasa actualmente en Cáceres, coincide con una fuerte expansión urbana y con la falta de respuesta de las administraciones por la limitación de fondos para dotar a los residenciales de los servicios que esas mismas administraciones planifican.

Cada residencial se proyecta con su colegio, su guardería y sus centros comerciales y sociales, pero sólo se ven pisos, calles y zonas verdes que se financian con fondos europeos o, como pasa con nuevos polígonos, realizadas por los propietarios del suelo al tener que incluirse como parte de la urbanización.

La solución no es fácil y además hay otras limitaciones tanto legales (como la ley del Comercio para las grandes parcelas comerciales) como de planificación (como los pro indivisos en parcelas no residenciales). Casos como los de La Mejostilla, con diez parcelas para colegios vacías, deberían ser la excepción y no la regla.