El tráfico es el principal quebradero de cabeza de los vecinos del casco histórico. La directiva de la asociación vecinal de esta barriada planteó ayer al alcalde, José María Saponi, una serie de reclamaciones en este sentido y que este se comprometió a estudiar. En primer lugar, se pidió reforzar el control de la circulación y aparcamiento dentro de la ciudad monumental y en segundo, que se adopten medidas de restricción en la zona de las calles Hornos y Gallego, donde el paso de vehículos supone un "constante peligro", aseguró Juan Carlos Preciado, uno de los dirigentes del colectivo.

El presidente de la asociación, Luis García Marín, explicó que se estaba dando "un agravio comparativo" entre los organismos públicos ubicados en la zona, que en su opinión la han convertido "en su párking privado", y los vecinos, que "hasta tienen problemas para conseguir tarjetas de acceso". "El sistema de restricción del tráfico no funciona. Hemos vuelto a la situación de hace tres años, aunque es una valoración en la que discrepamos el ayuntamiento y la asociación", señaló el dirigente vecinal al término de la reunión.

1.000 VEHICULOS DIARIOS El entorno de la calle Hornos y Gallegos se lleva la peor parte en materia de tráfico. Los vecinos de esta zona aprovecharon la reunión con Saponi para presentarle un estudio elaborado por ellos que recoge documentación sobre el perjuicio y el peligro que supone el exceso de circulación en estas vías y las firmas de los afectados solicitando la adopción de medidas correctoras. El alcalde garantizó que se elaborará un estudio técnico sobre la situación y se buscarán soluciones.

La configuración de estas calles, estrechas, empedradas y con acceso directo de las viviendas a ellas, convierte el tráfico en todo un problema. Juan Carlos Preciado destacó el elevado volumen de circulación que soporta la zona, más de mil vehículos diarios y muchos de ellos de grandes dimensiones, que ocasionan destrozos en los balcones y fachadas de las casas y dificultan el tránsito de los peatones.

Además de la densidad del tráfico, los vecinos denuncian la velocidad excesiva a la que se circula y la invasión de las aceras tanto por las motos como los automóviles para evitar el empedrado, con el riesgo que conlleva para los viandantes.

También reclamaron nuevas infraestructuras, como la creación de dos parques infantiles en el barrio de San Antonio (judería) y la plaza de Santiago. El alcalde se "mostró receptivo" ante la propuesta y les confirmó que se estudiará la viabilidad del proyecto. Igualmente, se pidió el arreglo de todos los adarves, sobre todo el área de las calles Amargura y Obra Pío de Roco por su mal estado.

CABLES SUBTERRANEOS Otro de los temas planteados fue el enterramiento del cableado en todo el casco histórico. Las últimas mejoras llevadas a cabo por el ayuntamiento han incluido la instalación de las redes para soterrar estas líneas de suministro, pero tiene que ser Iberdrola y Telefónica las que acometan la sustitución del cableado aéreo. Esta es una vieja aspiración de las ciudades patrimonio de la humanidad aún sin resolver.

Por último, se solicitó mayor atención en la limpieza de excrementos de los perros. En este asunto, la asociación hizo un llamamiento a la responsabilidad de los propios vecinos que no recogen los residuos o permiten que sus animales campen a sus anchas por la vía pública. "Hay esquinas que están hechas un asco por los orines de los perros", criticó García Marín.

Además de las reivindicaciones, la asociación vecinal transmitió al alcalde su agradecimiento por la mejora del eje de Caleros y la rápida reacción municipal al incluir una calle no prevista en este proyecto, como Beato José Oriol.