Entre las 32 muertes accidentales investigadas por los forenses en el 2003 sorprenden, por inusuales, un caso de hipotermia y otro de carbonización. El primero fue el de una señora de 89 años que el 19 de enero, cuando paseaba por el campo, se rompió un tobillo, nadie escuchó sus gritos de socorro y, aunque se refugió en unos matorrales, murió de frío. El segundo tuvo lugar en una caseta de una finca, donde se produjo un incendio y la víctima no pudo escapar de las llamas.

Además de las dos muertes anteriores, también figuraron el año pasado entre las accidentales una muerte por asta de toro, una por sumersión, una por caída, y una por intoxicación de anhídrido carbónico. En el caso de las 16 muertes suicidas, el procedimiento más empleado el año pasado fue la sumersión (6), seguido de la ahorcadura (4) y la precipitación (3).

Cerrado el 2003, el presente año se inicia con cifras un poco alarmantes, pues en los primeros 20 días de enero ya se contabilizan seis muertes violentas, las mismas que se registraban el pasado año en febrero.