Las Comunidades de Castilla fue un movimiento revolucionario acaecido a principios del reinado de Carlos V (1.520-1.521) como consecuencia del gran descontento de la población castellana, motivado por las aspiraciones imperiales y por la presión tributaria y fiscal impuesta por dicho Rey.

Todo ello unido a una serie de años de malas cosechas y epidemias que provocó una revuelta popular antiseñorial que en palabras de J.A. Maravall "fue la primera revolución de carácter moderno en España y probablemente en Europa".

Con la batalla de Villalar y la decapitación en dicha localidad de los principales líderes: Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, en la mañana del 24 de abril de 1.521, se asestó el golpe definitivo a la rebelión, pudiendo Carlos I llevar adelante sus afanes imperialistas quedando Castilla como piedra angular del proyecto.

Cáceres no fue una de las poblaciones que participó activamente en la revuelta de las Comunidades, ya que Carlos I mandó una misiva el 20 de julio de 1.520 agradeciendo la fidelidad de Cáceres a la Corona.

A pesar de ello, hubo algunos representantes de la nobleza cacereña que se unieron a la causa comunera, el más representativo Juan de Torres Golfín, gran amigo de Padilla, que estuvo al frente de la Comunidad de Coria; éste una vez fracasó, ingresó de religioso en el Convento de San Francisco de Cáceres para librarse de la muerte.

En una real provisión de Carlos I, con fecha en Vitoria el 15 de Abril de 1.522, perdona a los vecinos de Cáceres, con algunas excepciones, que hubieran participado en las Comunidades, a todos los caballeros, escuderos y hombres buenos de la Villa y su jurisdicción, quedando eximidos de sus culpas.

Cáceres en la época de Carlos I no iba a tener el protagonismo que tuvo con otros reyes, pero la Historia nos deparaba el mejor final, poder acoger al Rey durante los últimos días de su vida en el Monasterio de Yuste. Esta historia la contaremos otro día.