Son los tótems del comercio local, los incombustibles. No solo han superado la última crisis (todo un mérito), ellos han vivido y sobrevivido a un sinfín de vaivenes económicos y políticos, a una guerra, a muchos años de hambre generalizada, a distintos regímenes y a los avatares de una pequeña ciudad como Cáceres donde las rentas familiares nunca han dado para consumir con alegría en los negocios locales. Cáceres mantiene un puñado de empresas centenarias que pueden dar unas cuantas lecciones sobre cómo mantenerse y no morir en el intento.

Mármoles Vivas, las tiendas de calzados Peña o Regalos Mirón son supervivientes de una época en la que Cáceres rebosaba de actividad comercial. Compartían las céntricas calles con establecimientos tan emblemáticos como El Precio Fijo (se mantuvo abierto desde principios del siglo XVIII hasta la pasada década de los 70), el bazar El Siglo, la sombrerería La Cacereña (con su gran variedad de productos), los coloniales de Gabriel Gómez Marcelo, la gran sastrería de Francisco Ojalvo, la pastelería La Flor Madrileña, o aquella lechería revolucionaria que se llamó Vaquería Suiza y Cervecería, que presumía de vender leche pura en lecheras de cristal impolutas y precintadas. Toda una larga y entrañable lista que recoge al detalle el veterano periodista Juan de la Cruz en su blog personal.

Muy pocos han pervivido hasta hoy, ¿pero cómo lo han hecho? «Para mantener un negocio cien años hay que saber estar en la UCI mucho tiempo, hay que aguantar las peores temporadas, resistir, recuperarse y aprovechar los mejores momentos. No existe el descanso ni los horarios fijos», explica Pilar Gordún Mirón, actual propietaria de Regalos Mirón. «Con estos negocios desarrollas una curiosa relación de amor-odio, un día dices que lo dejas pero al momento siempre encuentras la razón para seguir», confiesa a sus 68 años, diligente tras un mostrador histórico.

El futuro de este tipo de negocios se presenta complicado. La llegada de las grandes superficies y franquicias obliga a establecer márgenes imposibles en las ventas. El comercio electrónico da la estocada. «Las compañías se hacen dueñas de los sectores», advierten en Mármoles Vivas. «Hay que distinguirse del resto, poner el acento en la atención», afirma Mamen Peña. «Yo no concibo una ciudad sin tiendas», tercia Pilar Gordún. Los centenarios hablan. La sociedad debería escucharles.