La Fundación Lumbini Garden confía en tener cerrado en los próximos dos meses un acuerdo para instalar en Cáceres el mayor centro budista del mundo, según confirma el director de la organización, José Manuel Vilanova. Este viernes, el responsable del ente inicia un viaje donde girará por Nepal, China, Birmania y Tailandia y mantendrá reuniones con todas las embajadas de España en Asia participadas en la iniciativa donde explicará las ventajas que tiene la capital cacereña para albergar el proyecto.

El centro budista se iba a levantar en Madrid tras el ok del gobierno de Manuela Carmena, pero el nuevo ayuntamiento, que hoy preside José Luis Martínez-Almeida, dio marcha atrás y ahora hay que «argumentar correctamente el por qué del cambio para que el mismo interés que existía por hacerlo en una gran capital europea como es Madrid pueda existir en Cáceres».

A juicio de Vilanova, la cacereña «es una ciudad importante, que necesita desarrollo, y que además está en un punto equidistante entre Lisboa y Madrid, donde acaban las rutas de la seda que ha proyectado el presidente de China». La fundación estima que Cáceres es un lugar estratégico en esa ruta, que desembarca por mar en el puerto de Sines y por tierra pasa por Madrid a través del tren Yiwu, que une China con la capital de España y que recorre 3.052 kilómetros.

Es evidente que las infraestructuras cacereñas flaquean (no hay aeródromo ni AVE, por ejemplo), pero José Manuel Vilanova confía en que como el centro budista tardará en construirse entre cinco y siete años, las obras irán «en paralelo a unas comunicaciones que para entonces esperamos que estén terminadas», zanja.

El presidente de la fundación desmiente los rumores que apuntaban en Madrid a un pelotazo urbanístico. «No sé de donde -corrige-. Las propias instituciones prohíben la instalaciones adicionales que no tengan que ver con el desarrollo social del proyecto, todo queda reflejado en el memorándum de entendimiento, es absolutamente imposible. No hay lucro de entidades privadas y eso no existe», remarca. Y echa mano del artículo número 16 de la Constitución, «que permite la libertad de culto y la libertad religiosa. En base a este artículo son los municipios los que tienen las competencias delegadas para la cesión de espacios en los que se puedan instalar religiones de otros países».

Eso sí, argumenta que «no sería malo que alrededor de un proyecto así se pudieran instalar infraestructuras y servicios privados que dieran servicio a todo el complejo». Se trata de un edificio que atendería a cinco millones de visitantes. Hay un único ejemplo en el mundo de algo así, está en Hong Kong y se construyó hace 10 años. Aunque de tamaño mucho menor, desde que se levantó, la ciudad ha pasado de recibir 8 millones de turistas a alcanzar los 23, convirtiéndose en la capital más visitada del mundo. Vilanova defiende que existe un alto porcentaje de gente en el mundo que profesa el budismo y viaja todos los años para visitar sus templos sagrados. Solo en China hay más de 400 millones de budistas y en Europa, 10.

La fundación ya firmó un acuerdo de intenciones con la Junta de Extremadura, el Ayuntamiento de Cáceres y el de Lumbini. Eso pasa por la cesión de terrenos. En este caso se está hablando de unas 15 o 20 hectáreas que con toda probabilidad entregaría el ayuntamiento en suelo rústico, aunque se desconoce aún qué lugar será el elegido. Sería una cesión de uso, no en propiedad, según insiste Vilanova. Pero además, el acuerdo haría que Cáceres disfrutara de unos espacios en el centro del aeropuerto internacionl de Lumbini para la promoción de nuestra ciudad en los mercados asiáticos y comunicar Europa con ese gran mercado vinculado a Buda.

VISITA / «Como fundación estamos asegurando que el acuerdo pueda llegar a Cáceres, pero ahora depende de una visita del presidente Vara a Nepal, que los patrocinadores aprueben el cambio de ciudad. Hay ciertos factores que todavía no han sido atados del todo, pero estamos trabajando en ello para que esto se produzca», insiste el responsable.

El centro de Buda es un proyecto que se había diseñado para que se ejecutara en la ciudad de Madrid. «Llevamos trabajando muchos años en él. Se desestimó más bien por cuestiones políticas, entonces desistimos de su realización en España, pero casualmente entramos en contacto con el presidente de la Junta de Extremadura y el alcalde de Cáceres a través de empresarios locales y se planteó levantarlo en la ciudad. Nosotros lo vimos con buenos ojos y en ello estamos trabajando», reitera Vilanova.

La Fundación Lumbini Garden está participada por el Ayuntamiento de Lumbini, ciudad natal de Buda, y obedece a un interés de esta ciudad de promover el turismo a través de la filosofía de la paz en el continente europeo. Nepal tiene dos grandes recursos turísticos, uno es el Himalaya, y el otro, la tercera religión más importante del planeta: que es el budismo y Buda.

«El gobierno de Nepal ha visto muy favorable poder promocionar su ciudad a través de la figura del budismo como concepto cultural, más que religioso», subraya Vilanova. «No deja de ser una cultura que está en la ética de los ciudadanos asiáticos a través de la paz integral. La alcaldesa de Madrid quería internacionalizar la imagen de Madrid en los mercados asiáticos porque hoy Asia es el gran escenario del mundo, donde se juega prácticamente todo a nivel económico, industrial y empresarial, y la alcaldesa quería estar presente con la Marca Madrid en esos mercados».

De manera que el ayuntamiento madrileño «utilizó lo que consideraba más oportuno: hacer un guiño de respeto a los países asiáticos a través de un símbolo universal, que es Buda. Este es el concepto inicial que ahora estamos intentando que recale en la ciudad de Cáceres».

Así describe Vilanova lo que podría ser el centro: «Es un espacio grande, que albergaría unos jardines muy amplios, tendría una estupa donde estaría la figura de la madre de Buda, las reliquias que forman parten del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, varias de las cuales serían cedidas por algunos ayuntamientos a España para convertir el centro cacereño en una ciudad de peregrinación».

A ello se uniría una estatua de Buda, de cerca de 40 metros, que sería la más alta del planeta; además de espacios abiertos para que otras delegaciones asiáticas puedan abrir sus embajadas de paz (hasta 10), Vietnam, Japón, las dos Coreas, Sri Lanka, India, Mongolia, enre ellas.

Inicialmente en Madrid estaba prevista una inversión de entre 10 y 15 millones de euros, pero actuando solo en media hectárea. Aquí se baraja más espacio, que permitiría desarrollar la totalidad del proyecto. «Hablaríamos en torno a los 20 y 25 millones de euros». Vilanova recuerda que Extremadura no pondría un euro, puesto que detrás están instituciones y fundaciones de Buda, afincadas en Asia, «poderosísimas y riquísimas».