La cría de palomas mensajeras es una afición muy extendida en España y recibe el nombre de colombofilia. Nada tiene que ver esta actividad, donde las aves son atendidas con mimo, con las palomas urbanas, que causan más que un quebradero de cabeza en muchas ciudades de nuestro país. El motivo es que «anidan en cualquier sitio, comen de todo y crían a lo largo de todo el año», explica Marcelino Cardalliaguet, delegado en Extremadura de SEO/ Birdlife, una onegé especializada en aves.

En la Ciudad Monumental de Cáceres han encontrado un lugar ideal para vivir, una opción que no resulta tan buena idea para algunos vecinos de la zona. Juan José Moreno y su mujer, Amparo Rodríguez, son un ejemplo de esos ciudadanos afectados por las palomas urbanas. Han heredado una casa en la calle Sergio Sánchez, que llevaba dos años deshabitada y que «han tomado» estas aves. Según Juan José Moreno, cuando entraron en la vivienda había «por lo menos, setenta palomas dentro», que habían dejado el patio y otras partes de la casa llenas de suciedad, «cuando limpiamos, sacamos más de trescientos kilos de excrementos», comenta.

Pero ellos no son los únicos vecinos de la zona afectados. Consuelo Villalba, propietaria del restaurante Torre de Sande, también se queja de la abundancia de palomas en la zona, «yo llevo veinte años aquí y hace diez que tengo este problema y nadie hace nada». Consuelo llamó al ayuntamiento hace años para quejarse, así como a la Junta de Extremadura, que le remitió al consistorio. Nunca puso una reclamación por escrito, sus consultas fueron telefónicas.

Lo mismo hicieron Juan José Moreno y Amparo Rodríguez, «nos dijeron en el ayuntamiento que no tenían constancia» de otras quejas. También se pusieron en contacto con la Junta, que les remitió de nuevo al consistorio. Ellos tampoco presentaron una queja formal. De hecho, al ayuntamiento no le consta ninguna reclamación por este asunto.

En opinión del veterinario Alejandro Martín, hay una «superpoblación de palomas» en la Ciudad Monumental, que, además, «están afectadas de parásitos». Ha detectado que muchas de las palomas tienen un parásito sanguíneo, haemoproteus columbae, y también externos. Aunque el veterinario aclara que las enfermedades que provocan estas infecciones no se transmiten al ser humano, «debilitan al animal y le hacen más susceptible de padecer ornitosis», que sí se propaga a las personas. Aunque Alejandro Martín no quiere alarmar, considera que, «por motivos sanitarios», habría que «eliminar las poblaciones afectadas» y controlar su número.

El delegado extremeño de SEO/ Birdlife opina que las palomas son un problema ambiental, sobre todo, porque afecta a especies protegidas como el cernícalo primilla, del que ocupa sus nidos. Marcelino Cardalliaguet también considera necesario controlar sus poblaciones, «cuando cualquier especie tiene un desarrollo poblacional que pone en peligro a otras especies o son un problema sanitario, está justificado su control, siempre que esté autorizado por la administración y se realice de una manera adecuada».

La Junta de Extremadura trabaja en el control de las poblaciones de palomas por su efecto sobre el patrimonio cultural y ambiental. La Consejería de Medio Ambiente, a través del Proyecto Life Zepa Urban, «está realizando actuaciones para evitar que las palomas ocupen los lugares óptimos de nidificación de cernícalo primilla», informa. En concreto, se reducen los huecos de edificios y mechinales para que pueda entrar y salir esta especie protegida, pero no así las palomas. La consejería entiende que de esta manera «se realiza a largo plazo un control sobre su población, sin que resulte perjudicada ninguna otra especie protegida».

Sin embargo, las palomas necesitan un lugar para anidar. Juan José Moreno asegura que, cuando informó a la Junta de su problema con estas aves en el patio de su casa, le reconoció que al echarlas de los edificios históricos, los animales buscan otros lugares para criar.

Las palomas, que conviven con el ser humano desde hace milenios, pueden ser ahora un problema.