Conocer el paisaje urbano es un hecho trascendental para descubrir una parte del pasado económico, social y cultural de las ciudades. El llamado Chalet de los Málaga, forma parte de esos edificios que han destacado por sus peculiaridades arquitectónicas y por el escenario donde se encuentra. Ubicado en pleno ensanche cacereño, es uno de los pocos ejemplos de arquitectura modernista que aun se mantienen en pie. Con estas viviendas se hacía patente el poder financiero de un sector de la ciudad que poco tenía que ver con los grandes palacios y casas solariegas que, históricamente, se situaban en el barrio intramuros o en sus zonas aledañas.

Evaristo Málaga Gómez, había nacido en la localidad cacereña de Granja de Granadilla en el año 1875, donde se inicia en el mundo del comercio, especialmente en el de la sal portuguesa que importaba desde las salinas de Povoa. En 1909, buscando nuevos horizontes comerciales, Evaristo, se instala en la capital de la provincia donde coge en traspaso una antigua tienda de cordelería en la calle Pintores, tienda que él amplía al sector de la alpargatería, instalando una gran alpargata en el portal de su tienda, por lo que esta empieza a ser conocida como «la casa de la alpargata». En tiempos posteriores, en 1918, este empresario se sitúa en otro local de la misma calle, donde funda una empresa de alpargatas de cáñamo y zapato vasto, donde llegan a trabajar más de 60 personas. Sus manufacturas se venden no solo en su tienda, también en diferentes pueblos y ciudades tanto de Extremadura como de Castilla o de Andalucía. De forma paralela este emprendedor participa en la vida social de la ciudad, como vocal de la Cámara de Comercio y como consejero fundador de la Caja de Previsión Social.

En 1932, cuando ya era un reconocido hombre de empresa, Evaristo, encarga al arquitecto municipal de Trujillo, Ignacio López Munera, el diseño de un chalet, hotel se llamaba entonces, en pleno ensanche cacereño. Este nuevo espacio urbano, con el tiempo, se convertirá en la columna vertebral del Cáceres moderno. Siendo el lugar elegido, por la burguesía local, para construir edificios diferentes que les procurasen prestigio social y económico.

El arquitecto López Munera, diseña un edificio modernista de grandes proporciones, con tres plantas de altura, que se embellece al exterior con una amplia balaustrada de piedra. La fachada principal está orientada al Paseo de Cánovas y consta de un porche que hace de pedestal sobre el que se asientan dos miradores cuadrangulares. El frente que da a la avenida de la Montaña se compone de un mirador estrecho de planta curva, rematada con un balcón, que sirve de eje para la distribución simétrica de los numerosos vanos que se abren en toda su superficie. Se encuentra rodeado de un pequeño jardín. En 1933, estando el edificio en construcción, el promotor solicita elevar un piso el chalet. A pesar de su aprobación nunca se ejecuto esta ampliación del inmueble.

El día 26 de diciembre del año 2000 se publica el decreto de declaración del edificio como Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento, lo que ha convertido a este chalet en uno de los edificios más característicos de la arquitectura modernista local.