Baches imposibles, acerados inexistentes, falta de alumbrado... La anarquía se ha instalado en la Charca Musia, donde cada cual adecenta su trozo de calle o saca un cable como puede para tener luz exterior. El polígono industrial, con más de 300 naves y 50 viviendas, ha llegado a un punto muerto donde las soluciones son realmente difíciles. Legalizado en 2010, después de un largo proceso, ahora unos 150 titulares se niegan a aportar dinero para acondicionar la zona, cumplir las exigencias urbanísticas y hacer posible que el ayuntamiento recepcione el polígono como cualquier otro distrito de Cáceres. Mientras tanto sigue siendo privado, los servicios brillan por su ausencia y las lluvias del inveirno han dejado calles intransitables.

"Es una lástima, con todo lo que se había avanzado...", señala Juan Borrego, presidente vecinal de la zona, que aún recuerda los orígenes de la Charca Musia cuando su padre era ganadero. El polígono comenzó a crearse poco a poco, hace más de 60 años, con la instalación de naves para usos agroganaderos en el extrarradio de la ciudad (cebaderos de cochinos, vaquerías, almacenes de aperos...). Con el tiempo se abrieron talleres, también viviendas. En la década de los 80 ya constituía un auténtico polígono ajeno a cualquier regulación, con cientos de empresas y casas aquí y allá. Durante años esta situación provocó quejas y continuas solicitudes de legalización.

EL PRIMER PASO Finalmente, en febrero de 2010 se incluyó como zona empresarial y residencial dentro del nuevo Plan General Municipal. Se había dado un gran paso, aunque faltaba otro si cabe más complejo. "Ya estamos oficialmente reconocidos, pero necesitamos poner a punto el polígono con una obra importante para que el ayuntamiento nos recepcione y nos atienda desde ese momento con los mismos servicios del resto de la ciudad", explica Juan Borrego. El proceso es similar al de cualquier nueva urbanización, es decir, debe entregarse con todo listo para que no le cueste dinero al erario público. A partir de su recepción, el ayuntamiento cacereño sí es responsable de la zona.

La propia directiva vecinal solicitó al gobierno local que le permitiera acometer el proyecto por su cuenta, para ahorrar en todo lo posible sin dejar de cumplir con las exigencias urbanísticas. "Organizamos asambleas y parecía que la gente estaba de acuerdo, pero salieron una serie de personas negándose a aportar dinero y recogieron más de cien firmas, prácticamente la mitad del polígono. Así llevamos un año y no hay otra vía para avanzar", lamenta Juan Borrego.

El proyecto está listo. La obra supondría una media de 30 euros por metro cuadrado a los propietarios de casas y naves, donde trabajan unas 3.000 personas. "Si me preguntan si quiero gastar dinero, respondo que no, y menos ahora, pero esto no es cuestión de preferencias. Si no lo hacemos nosotros ¿quién lo va a hacer?", se pregunta el presidente. Algunos opinan que debe acometerlo el ayuntamiento, una opción que la normativa no contempla. "Otra cosa distinta es que el propio ayuntamiento decida que esto no puede seguir así e inicie la obra de forma subsidiaria para cobrárnosla después a todos los propietarios. Ante eso, prefiero que la hagamos nosotros a menor coste, pero no hay forma de ponernos de acuerdo. En Las Capellanías sí lo hicieron", matiza.

SIN ALTERNATIVAS Por tanto, el polígono se encuentra "en stand by , totalmente parado, sin otra alternativa", afirma Juan Borrego, mientras camina entre los baches y los charcos que circundan los talleres. Hace tiempo los empresarios se pusieron de acuerdo para asfaltar el polígono, pero desde entonces lo hacen por calles o por grupos: si algunos dialogan, vuelven a arreglar su trozo, si no, soportan un calvario de agujeros. Y así seguirán mientras no reúnan los 6,5 millones de euros que aproximadamente supondría la puesta a punto de Charca Musia, según los cálculos estimados del proyecto. Por cierto que el ayuntamiento, propietario de una amplia superficie, también tendría que contribuir con su parte.

"Además, con estas lluvias la zona se pone imposible, cada calle se convierte en un río porque no existen sumideros", afirma Juan Borrego. No hay aceras, ni marcas viales, ni regulación del tráfico pese al paso continuo de vehículos (muchos pesados). Las tuberías son antiguas y la red de saneamiento insuficiente. También falta luz exterior en algunas calles, que algunos propietarios subsanan sacando un enganche para poder transitar de noche. Y ello pese a que el polígono ya ha quedado rodeado de modernas urbanizaciones, que por cierto han anulado algunos de sus anteriores accesos.

ABANDONO La propia Charca Musia "está de pena". Tras una inversión del Plan Urban con fondos europeos, que alcanzó los 300.000 euros y permitió limpiar las aguas, crear una zona verde, instalar puestos de pesca e introducir una amplia repoblación de tencas, apenas queda nada. "Lo que se hizo entonces se ha borrado del mapa, ahí había una bomba con un panel solar y otras muchas cosas que se han abandonado totalmente", lamenta la directiva.

También queda patente la huella de la crisis, con el cierre de un buen número de naves. "No vivimos el mejor momento económico para afrontar una obra, pero la realidad es la que es y el proyecto supondrá un beneficio para nuestros bienes, un proceso que nos llevará hacia adelante cuando sea posible", insiste el responsable vecinal.

"En definitiva, una lástima por los vecinos, los empresarios y la imagen de Cáceres, porque curiosamente el polígono es paso frecuente de peregrinos", lamenta Juan Borrego.