10.45 horas. Apenas cabe nadie más en el amplio vestíbulo del IES Universidad Laboral. No es el primer día de clase ni regalan nada. Más bien al contrario, lo que hacen quienes se agolpan en los mostradores que rodean la sala es contribuir con su aportación a un proyecto solidario cuyo fin es levantar una escuela de Educación Secundaria en Dasapura (India). Alumnos, profesores, inspectores, personal de mantenimiento del centro, orientadores, padres y gente de otros centros han llegado con un euro en el bolsillo, a cambio del cual desayunarán un chocolate con churros o migas.

"Hay 40 kilos de churros, 25 de migas y 60 litros de chocolate, y creemos que se va a acabar con todo", asevera el director del centro, Andrés Talavero. El ha sido el encargado de consolidar e impulsar la vocación solidaria de la dirección anterior, que con José María Alegre al frente puso en marcha los conciertos solidarios con los que se reunieron hasta 30.000 euros que destinaron a proyectos en Malawui y Perú. "Se ha pasado de actividades efímeras y muy puntuales, como eran los conciertos, a algo más importante como es la sensibilización de los alumnos --reconoce el anterior director--. Y se ha constituido la asociación Una Escuela Solidaria, con la que se ha creado un banco de actividades didácticas", señala. En todo caso los conciertos no se abandonarán. "Haremos alguna actividad masiva al final de curso para implicar otros centros", advierte Talavero.

La mayoría recorren los mostradores en busca de algo con lo que contribuir a la causa. Pero muchos están también tras ellos, sirviendo raciones de migas o vendiendo algunos de los productos que han elaborado o recopilado alumnos y personal del centro: dulces tradicionales, tartas, ensaladas y salmón marinado cocinados por los alumnos de módulo de Hostelería, empanadas de diferentes rellenos de las educadoras del internado, latas forradas con telas y papeles de colores de los estudiantes del instituto, libretas hechas por los alumnos del programa de garantía social especial, y abalorios artesanales fabricados por un colectivo de mujeres de la India. Todos han aportado algo al mercadillo solidario que se ha instalado en torno a lo que en principio era solo un desayuno, y todos están trabajando en favor de su éxito. Es el caso de Claudia Nogales o Marta Jiménez, alumnas de primero, que están tras el mostrador en el que venden latas, o de Miguel Angel Barrantes, que no para de vender dulces. "Las tartas son lo que más pide la gente", cuenta.

"Hay más gente que otros años y se está vendiendo también más", cuenta una de las profesoras entrega los tíquets a cambio de los que se compran los desayunos o los productos a la venta.

A las 11.45, una hora después de que se iniciara el desayuno, pocos más que los encargados de recoger estaban aún fuera de las aulas. Los mostradores casi vacíos, evidencian que el objetivo, también esta vez, se ha cumplido.