El año pasado, al ganador de la cesta de Navidad que sortea la Churrería San Blas se le olvidó comprobar si su papeleta había resultado premiada el día de la rifa. Un día antes de que volvieran a repetirla la miró y se dio cuenta de que aquel boleto le reportaría, entre otras muchas cosas, una moto de gran cilindrada de la marca BMW. Pero si aquel despiste se produjera este año, el beneficiado se llevaría, con más énfasis si cabe, las manos a la cabeza

La Churrería ha apostado fuerte este año. La cesta que han preparado sus propietarios incluye un cheque de 6.000 euros, una moto Kawasaki 600 y el regalo estrella, un Audi A1, además de multitud de bebidas (vinos, cervezas o refrescos) comidas (se incluyen varios jamones) o aparatos eléctricos. Todo ello, valorado en 40.000 euros, irá a parar al portador de la papeleta cuyo número coincida con el del Sorteo del Niño del próximo 6 de enero. El precio fijado para cada boleto es de cinco euros y, por cada uno, se juega a otras tantas combinaciones diferentes. «Desde que empezamos a hacerla hace cinco años, siempre ha sido la cesta más grande de Extremadura», afirma orgullosa Inés Borreguero, gerente de la generosa churrería.

La idea viene de lejos. La Churrería San Blas, situada en la calle José Reviriego de la capital cacereña, comenzó a realizar este sorteo hace cinco años. «Se le ocurrió a mi hijo. Al principio fue una cesta pequeñita con una televisión, una consola... Poquito a poquito hemos ido a más», explica Borreguero. Tanto es así que las cosas a rifar en esos primeros tiempos se guardaban dentro de la churrería. Pero ya no queda sitio. Ahora, los regalos descansan en un local colindante al negocio hostelero.

El año pasado, con la moto y un lote de productos valorado en 20.000 euros, la cesta de la churrería San Blas dio un gran salto de calidad. Pero todo se ha quedado pequeño al lado del coche, la moto, el vale, los vinos y los jamones de este año. Las papeletas para llevarse los premios (todos, eso sí, los ganará una sola persona) ya han empezado a venderse en el local. Y a muy buen ritmo. Vuelan Lo dice Inés. «El año pasado vendimos 10.000. Nos quedamos cortos y se nos agotaron muy rápido, así que este año hemos impreso 20.000. ¿Hasta cuándo durarán? ¡Hasta que se agoten!».