Es propio de la condición humana equivocarse y cometer errores. La mayoría de las veces comprobarlo queda en el grupo familiar o en el de los amigos; sin embargo cuando se alcanza notoriedad pública se difunden y son motivo de chanzas y reproches. Como era de esperar esto tiene un nombre popular ‘meter la pata’ pese a que las personas tienen piernas y no patas.

No sé si los animales si pudieran hablar dirían «meter la pierna». En el mundo de la política son muchos los que meten la pata y en reiteradas ocasiones por lo que cabe preguntarse: ¿meten siempre la misma pata o cambian de pata? ¿Meten la derecha en cuestiones de confesiones religiosas y la izquierda en la cosa social?

Aún así me parecía sumamente peligroso para su integridad de manera que pregunté a un amigo traumatólogo.

«¿Meter la pata deja secuelas? «Depende --me contestó-- de la longitud de la pata, de la profundidad del agujero y de la mala leche con la que la metas. Así puede ocurrir que tengas unos rasguños, algún hematoma o una rotura de tibia y peroné».

Esto debe suceder cuando se mete la pata hasta el corvejón, como dicen en mi pueblo. Me impuse la obligación de observar el estado de salud de las extremidades inferiores de algunos políticos y aprovechaba actos oficiales en los que estaban subidos en un estrado. Por mucho que miré no observé ningún desperfecto más allá de los que tienen desde su nacimiento, por lo que pensé, ¿y si utilizan unas patas ortopédicas para meterlas de vez en cuando sin sufrir daño?

Me dirigí a una ortopedia: «Buenas. ¿Tienen patas ortopédicas para meterlas en cualquier sitio?».

Tenían patas de todas las dimensiones, colores, resistencias y adecuadas a distintas meteduras, pero me aseguró que solamente servían para meterla una vez, de manera que si las meteduras de pata eran muy frecuentes resultaba carísimo por lo que deduje que solamente los muy altos cargos podrían sostener tal tren de vida. Le conté mis cuitas a un amigo entomólogo quien, tras pensarlo unos minutos, me sacó de dudas: «!Es que son unos ciempieses!».