Cientos de personas contemplaron en la plaza Mayor la quema del 'pelele', con motivo de la Fiesta de las Lavanderas, una tradición que cada año da el pistoletazo de salida al carnaval de Cáceres.

En esta ocasión, la figura del 'febrero' oficial ha sido elaborado por los alumnos del Aula de la Tercera Edad de la Universidad Popular (UP). El muñeco ha estado acompañado por sus compañeros 'febrerillos', realizados por el centro infantil 'Santa Lucía', el centro Proa, así como otro elaborado por la Asociación de Madres y Padres 'El Perejil' del colegio cacereño Delicias, que portaba un cartel con el fin de reivindicar el comedor para este centro educativo.

Minutos antes de proceder a la quema de los peleles, la comitiva ha recorrido diversas calles de la ciudad, dando comienzo su marcha desde el Aula de la Tercera Edad de la UP, hasta desembocar en la Plaza Mayor.

En este punto, lavanderas, aguadores y peleles, así como viandantes, no han querido perderse la fiesta y han sido recibidos por la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, así como por el concejal de Turismo, Jorge Suárez, entre otros.

Durante su intervención, Nevado ha destacado que esta cita es "especial" en el calendario cacereño, ya que con ella se recuerda "las raíces, la tradición y la forma de vida de generaciones anteriores".

Esta celebración "mantiene viva nuestra historia", apunta la regidora, al tiempo que ha animado a que esta fiesta siga perdurando en el tiempo.

Por su parte, Pilar Andrada ha sido la encargada de leer el manifiesto de las lavanderas, señalando durante su intervención que esta fiesta se celebra anualmente para que "no se pierdan nuestras tradiciones cacereñas más singulares".

Tras la quema de los 'peleles', se han repartido unos 80 kilos de coquillos, así como licor de mora sin alcohol.

Se trata de una fiesta tradicional que se recuperó hace casi 25 años por parte de la Universidad Popular, a fin de recordar el duro trabajo que hacían las lavanderas cacereñas a principios del siglo XIX. Así, con la quema del 'pelele', cada año despedían el duro invierno para recibir con alegría la primavera.

Durante esta jornada no trabajaba ninguna lavandera y el pelele era paseado por las calles cercanas al lavadero para después ser quemado en un ambiente de fiesta.