Más de cuatro décadas de historia se apagan con el cierre de Induyco, que llegó a ser la mayor industria de la capital cacereña. El grupo El Corte Inglés, al que pertenece la fábrica (en la última etapa denominada Industrias del Vestido) ha puesto punto y final al proceso de desmantelamiento que venía realizando desde el año 2012. Ya solo quedaban 31 trabajadoras en la planta, que han sido despedidas. El cierre, anunciado hace justo un año y previsto para el mes de febrero, se ha acelerado precisamente por la crisis sanitaria.

La multinacional comenzó a negociar ceses incentivados con la plantilla el pasado mes de abril, con el objetivo de cerrarlos a principios de año. En cambio el pasado mes de junio directivos del grupo trasladaron por videoconferencia a las trabajadoras (no podía celebrarse una reunión presencial debido a la pandemia) la intención de cerrar de manera urgente. Les ofreció quedarse en el centro de oportunidades de El Corte Inglés, que se mantendrá abierto, pero solo cinco de ellas aceptaron. El resto, con edades comprendidas entre los 56 y los 60 años, han sido despedidas con unas condiciones pactadas: se les ha indemnizado con 45 días por año trabajado (la mayoría llevaba en la fábrica más de tres décadas).

Los ceses de contrato se llevaron a cabo en cuestión de días y desde el mes de julio la que fuera una de las mayores fábricas de la ciudad apagó las luces para siempre. La planta comenzó siendo una industria textil, donde se tejían las prendas de la marca El Corte Inglés, pero en la última década había perdido su esencia y ya solo se dedicaba a labores logísticas, centradas en la recepción y el envío de mercancías a Bulgaria, Portugal y Marruecos, donde se confecciona ahora la ropa. Precisamente esta ha sido una de las razones que han motivado el cierre, porque la fábrica ya no era operativa debido a que las labores que aquí se desarrollaban se han ido trasladando a otros lugares del mundo.

Induyco llegó a tener más de 900 trabajadores pero fue una de las empresas de la ciudad que más sufrió la crisis del ladrillo. De hecho, en el año 2013 la empresa despidió a 60 empleados y pasó de tener 235 a quedarse con unos 180. Ya entonces se temía el cierre de la fábrica, pero la empresa comunicó en aquel momento que no lo contemplaba. Sin embargo, en cuestión de siete años la plantilla descendió de una manera drástica hasta terminar ahora en el cierre.

Lo que sí se mantendrá abierto será el centro de oportunidades, que ocupa una nave anexa a la antigua fábrica de textil. En la tienda han pasado ahora a trabajar cinco de las históricas empleadas de esta planta de confección; entre ellas Esperanza Cortés, delegada sindical de UGT. Con 50 años, llevaba más de 30 prestando sus servicios en la fábrica. «Nos hemos quedado las más jóvenes. Es triste después de tantos años», reconoce. Hoy, de la que fuera la gran industria textil, solo queda el monumento dedicado a las trabajadoras del sector, pedido por las empleadas de Induyco al ayuntamiento e inaugurado en el año 2015. Y el mural que el pasado verano se pintó en Mejostilla, como recuerdo a lo que significó esta fábrica para la barriada.