Sederías de Oriente es uno de los ejemplos más significativos del cierre del comercio tradicional. "Por allí pasamos tres generaciones y el continuador debía ser yo, pero estudié la situación, sobre todo en la calle Pintores, y no lo vi claro tal y como están las cosas. Las franquicias se lo ponen muy difícil al pequeño comercio, hay que pagar alquileres de 1.500 a 3.000 euros mensuales y para ello debes vender mucho y muy bien vendido. Además, cada día existe mayor competencia que obliga a ajustar los precios, y el pequeño comerciante está muy limitado", explica Andrés García Acedo.

Su abuelo comenzó con un negocio familiar de tejidos en General Ezponda, luego siguió en Pintores con la tienda Roma y finalmente, hacia 1954, abrió Sederías de Oriente, de textil y confección, en esta misma calle. Su hijo, Juan García Regalado, ha seguido el negocio hasta su jubilación ayudado a la vez por su propio hijo, Andrés García, quien pasó en la tienda de los 18 a los 40 años. Ha decidido no continuar para dedicarse a su trabajo en delegaciones comerciales.

"No siento tanta pena"

Y es que el sector cambia: las franquicias y grandes cadenas se reparten el pastel, y el comercio tradicional pierde fuelle. "La tienda infantil de Zara estaba muy interesada en Pintores y se quedó con los locales de Morales y Marraquech. Este, a su vez, nos propuso ocupar el nuestro. Lo traspasamos. Me ha costado menos de lo que pensaba, no siento tanta pena cuando paso por allí, y mi padre ha salido ganando: tiene otro carácter, mejor salud", afirma Andrés.

Eso sí, como experto comerciante reconvertido a cliente, ahora, cuando entra en las tiendas, echa de menos la atención personalizada que su familia ofrecía. "Hoy te autoatiendes", declara con nostalgia.