El próximo mes de mayo se cumplirán tres años desde el que el alcalde José María Saponi dijo por primera vez que quería que Cáceres optase a ser Ciudad Europea de la Cultura en el año 2016, un título que, de conseguirlo, compartiría con Polonia. Tres años de trabajo en los que concejales y técnicos municipales han intentado poner en pie un proyecto que el propio Saponi repite, antes y ahora, "que es de todos".

En la carrera hacia el título europeo aparecía entonces Córdoba como única competidora. Ahora otras cuatro ciudades --Málaga, Segovia, Tarragona y Tenerife-- optan a ser capital cultural europea dentro de diez años. Ayer mismo, el Partido Aragonés propuso que Zaragoza entre en liza por la capitalidad cultural.

Aunque parezca aún lejos, el Gobierno español tendrá que presentar en el 2010 el expediente de la candidatura de la ciudad o ciudades candidatas a las instituciones de la Unión Europea para que éstas tomen una decisión definitiva. Los proyectos deberán ser de dimensión europea, no sólo nacional, que fomenten la participación de la ciudadanía y cuyas actividades puedan tener continuidad en los años posteriores a la designación.

Objetivos a corto plazo

La prioridad pasa ahora por constituir un consorcio en el que estén representadas instituciones, cajas de ahorro, la universidad y otras entidades. El fin es claro: dinero para financiar el proyecto cuya gestión corre a cargo de Urban Strategy, una empresa cuyos fundadores tuvieron experiencia en la candidatura de Salamanca en el 2002, modelo en el que se mira Cáceres para defender su opción.

El momento actual del proyecto pasa porque ese consorcio empiece a funcionar. Los responsables de la gestora ultiman para ello un borrador con los estatutos. Mientras tanto, la programación cultural ha llegado a cuentagotas por el escaso presupuesto municipal, que este año destina 360.000 euros a la candidatura. El éxito de la campaña de los puntos de colores y la primera edición de la bienal de grabado son las mejores noticias de una iniciativa ilusionante en la que Cáceres quiere vender su valor añadido patrimonio de la humanidad.