El cine de verano es lo más parecido a un amor de verano. Es efímero, llega con la misma intensidad con la que se va, y dura lo justo, lo preciso para dejar un bello recuerdo y quedar a la espera del siguiente. Dicen que lo fugaz es lo que deja huella porque siempre deja ganas de más. También que de las salas de cine salieron los amores más eternos. Seguro que más de algún guion podría haberse escrito con los idilios de butacas de Cáceres porque otra cosa no, pero la ciudad vivió una verdadera ‘edad del oro’ del séptimo arte. Cinco salas hubo y la más grande del país, el Coliseum, y en julio, el Capitol de verano --más tarde Astoria-- y la plaza de Toros sirvieron para hacer los deleites de los cinéfilos y de los que querían pasar la noche al fresco. Pero si hay un cine al aire libre emblemático es el de San Blas, conocido como cine de Población porque lo regentaba Severiano Población, un hombre de cine conocido por protagonizar ‘Segundo López’, la película que rodó en los 50 Ana Mariscal y que el mismo Población proyectó en San Blas el día de la inauguración. De todos ellos solo quedan anécdotas como las del cronista Fernando Jiménez Berrocal, que recuerda beberse allí refrescos de Citronia, ‘la Fanta de limón’ cacereña que bien empleaban para hacer concursos de eructos.

Parece que el idilio con la gran pantalla marcó su impronta porque el Foro de los Balbos también se convirtió en una improvisada sala y desde hace nueve años el Parque del Príncipe ejerce de heredero del legado de la unión entre verano y cine. Hoy arranca su programación. Los pases serán los miércoles en el anfiteatro del parque y arrancarán a las 22.30 (julio) y 22.15 (agosto). Serán gratuitos aunque habrá una colecta para el Banco de Alimentos. El plantel de cintas guiña este año las galardonadas en los premios Goya, según anota a este diario José Luis González, portavoz de la Asociación Amigos del Parque del Príncipe (Acapap), organizadora de las proyecciones. El auditorio tiene espacio para 500 personas aunque la previsión es que ronde las 300 como cada año. «Solo se llenó cuando vino Bebo Valdés». Incide González también en que no son profesionales, él es jardinero, y que el propósito es que la gente «conozca el parque y pase un buen rato». Eso sí, recuerda que no hay barra. Que cada uno se lleve su refresco. De Citronia no, que ya no existe.