Ve como no hacía falta El Corte Inglés para atraer a los turistas? ¿Ve como los encantos que perciben los visitantes son menos materiales y más espirituales? ¡Ahora resulta que nos hemos convertido en una de las ciudades preferidas para la celebración de San Valentín-! ¡Y yo sin saberlo-! Veamos: si somos la ciudad del amor será porque las parejas que deciden venir aquí encuentran un atractivo añadido a la gastronomía y la parte antigua, en la que, sin duda, sobresale el Jardín de Ulloa, lugar romántico donde los haya.

Pero de todas formas, no me creo que esas dos razones, siendo muy importantes, sean las más influyentes para la elección del destino. No sé qué pensará usted, pero si ahora mismo estuviera haciendo planes con su pareja para viajar ese día, ¿qué buscaría en primer lugar? Sí, tranquilidad, y no encontrarse con nadie conocido que, de repente, quiera convertirse en tu mejor amigo y resulte ser un pelmazo. Y esas dos cualidades, discreción y tranquilidad, Cáceres las tiene; es indudable. El siguiente aspecto que deberíamos considerar es la posibilidad de no tener que coger el coche en todo el tiempo que se visite la ciudad elegida, que sea posible recorrerla a pie que es como se perciben los olores, los sabores y los colores. Y en esto también puntuamos bien ¿no cree? Y claro, si vamos a celebrar San Valentín "in extenso" también necesitaremos un buen hotel, con una buena habitación y un desayuno copioso y apetecible que demande un buen reposo. Y si además, encontramos un lugar moderno y marchoso donde poder tomar una copa mientras escuchamos a los Spanglish, será una buena manera de rematar la jornada. Aunque bien mirado, eso de que Nueva York sea la primera en la clasificación suena más a 'shopping' que a sentimientos, más a turismo que a descanso enamorado. Porque si de la verdadera ciudad del amor estamos hablando, la que reúne todas las condiciones soñadas, la que ha inspirado históricamente a cineastas y a escritores, a pintores y a poetas, esa, sin duda, es la capital francesa, a pesar de la antipatía endémica de los parisinos. Eso sí, a partir de ahora, los cacereños podremos presumir de vivir en una ciudad que añade a sus muchos atractivos el de ser deseada por los enamorados. ¿Se puede pedir más?