Por si no nos habíamos enterado de que hay elecciones a la vista el ayuntamiento se ha puesto a hacer obras que pretende inaugurar en estos meses. Al parecer no les ha dado tiempo a llevarlas a cabo en los tres años y medio que llevan en el gobierno. Esta premura se ha convertido en algunos casos en una chapuza, como es el caso de la calle Alzapiernas. Menos mal que la alcaldesa ha manifestado a los comerciantes de la zona que pagará los daños ocasionados. O sea, que los va a pagar ella de su bolsillo y no saldrán de los presupuestos que es dinero de todos los cacereños. ¡Qué generosidad! Una cosa es hacer obras y otra que esas obras sean necesarias. ¿Hay que arreglar aceras? Casi todas. ¿Hay que agilizar la circulación? Naturalmente. La cuestión está en saber elegir y este ayuntamiento no ha sabido elegir.

Nadie puede entender la obra de Virgen de Guadalupe, con un paseo que no utilizará nadie, y coches aparcados en doble fila continuamente. Ayer, el jueves sin ir más lejos, a media tarde había siete en doble fila sin que hubiera indicios de que pasara por allí alguna dotación de la policía para poner orden. Menos aún se puede entender el corredor verde desde san Pedro de Alcántara al Parque del Príncipe. Por mucho que paseo ese trozo no veo la aglomeración necesaria para ampliar la acera, quitar aparcamientos y reducir la circulación. Pero es que además me parece que esta tendencia a demorar las obras hasta el final de la legislatura dudo mucho de que tenga los efectos que pretende. No obstante como parece que en este partido hay gente muy inclinada a hacer encuestas podrían encargar una y enterarse de cuantos vecinos cambiarán su voto debido a una de las obras en vías de realización. ¿Habrá alguno que considerará acertado posponer las obras durante años y en consecuencia les votará? El comentario a pie de calle es siempre el mismo: «Cómo se ve que hay elecciones. ¿Es que no eran necesarias unos años o meses antes?» vamos, que el personal no es tonto.