El ayuntamiento quiere ampliar la zona azul y se supone que lo hace de acuerdo con las directrices que marca el plan de movilidad que también se supone que lo han diseñado unos técnicos en el asunto. Debe ser el enésimo plan de ordenación del tráfico que hacen para Cáceres porque hemos visto la calle San Pedro adornada con varios semáforos que la hacían parecer una discoteca, se ha circulado por Cánovas en dirección contraria a la actual, se colocaron diversos semáforos en la plaza de Colón, varias calles han pasado de ser de bajada a subida y viceversa... Y todo ello diseñado por técnicos.

Pues nada de eso ha conseguido un tráfico fluido ni ha aminorado la tendencia de los cacereños a utilizar el automóvil. O los técnicos no son tan técnicos, o no entienden a los nativos, o los nativos hacen caso omiso de las directrices y recomendaciones de los técnicos. Y el caso es que somos contradictorios porque en una ciudad en la que la mayor diversión es pasear no se entiende que sea tan utilizado el auto, a no ser que ir a comprar tabaco no sea una diversión o que para pasear sea necesario acercarse con el coche lo más posible.

Uno está dispuesto a creer que ampliar la zona azul no tiene un afán recaudatorio, aunque tendría sentido en esta época de bajos ingresos municipales, pero sí es contradictorio con el deseo de restringir el tráfico, como lo fue proyectar un parking en el centro cuando lo más necesario es hacer aparcamientos para residentes en los muchos barrios que carecen de garajes.

Los entendidos hablan de la smart cities, la ciudad inteligente, cosa que ya quiso hacer, según creo recordar, nuestro ayuntamiento con la conexión a internet, pero quizás, como aseguran otros más entendidos, es necesario hacer una wise cities, una ciudad sabia. Es decir, una ciudad habitada por ciudadanos y políticos sensatos, juiciosos, que mediante una inversión controlada tenga una ilusión, se proyecte hacia el futuro y busque la excelencia. En fin, voy a coger el coche que tengo que comprar el pan.