Un paseo en zigzag. En eso se convierte habitualmente el tránsito a pie por el entorno del casco viejo. Las aceras de decenas de calles aparecen diariamente engullidas bajo las ruedas de los coches obligando a los peatones a sortearlos, utilizar la calzada y, en ocasiones, poner en peligro su integridad física. "En ningún sitio de Cáceres se puede aparcar tan impunemente en las aceras como aquí", asegura el presidente vecinal de la zona, Luis García Marín.

Caminar por algunas de estas calles (Torremochada, plaza de Conde Canilleros, Macarena, Villalobos, parte de San Ignacio, Arco de España, Zapatería, Caleros) se convierte frecuentemente en una odisea para personas mayores --un gran porcentaje de la población que tiene la zona--, con problemas de movilidad o para los carritos de los niños.

El mes pasado, en la calle Macarena (perpendicular a la calle San Ignacio), una mujer discapacitada sufrió lesiones por este motivo. Un coche taponaba la entrada a su vivienda y la mujer dio un traspiés cayendo al suelo por el escaso espacio que quedaba libre.

Escalera inutilizada

La escalera que permite acceder desde la calle Arco de España a Zapatería y viceversa es impracticable. Aunque existe un anillo metálico para impedir la invasión de los coches, es insuficiente. Los peatones deben cruzar al otro lado de la calle para poder avanzar. Precisamente, el ayuntamiento ha tenido que proteger recientemente ese margen de la vía con la colocación de nuevos pivotes para asegurar el paso de los peatones.

"El problema es que no hay aparcamientos y no se dan alternativas. Tampoco se puede llenar la ciudad de hierros, pero se debe buscar una solución para salvar las aceras y primar el derecho del peatón", argumenta García Marín.

Una petición vecinal salvó, por ejemplo, el acerado de la plaza del Arco del Socorro. "No había manera de pasar por las aceras de esta plaza --recuerda el presidente vecinal-- hasta que se puso la varandilla". Sin embargo, asegura que no es la solución. "Se deben habilitar isletas de aparcamiento, como se ha hecho en la plaza de las Candelas y aumentar el control policial". Advierte, eso sí, que tampoco sirve de nada, en su opinión, "llegar, prohibir aparcar y desplazar el problema a otra zona". Como ha ocurrido hace unos días en la plaza de la Soledad, donde se ha prohibido radicalmente el estacionamiento.

La falta de aparcamiento mantiene en una "doble lucha" a los residentes de la zona. Las aceras suplen esta carencia y, en muchos casos, "la gente no puede salir de casa". Un problema de años y una solución que no llega.