Las 57 obras que integran 'Rusia, siglo XX' constituyen una ínfima muestra de la amplia colección, de unas 4.000 obras, que en 30 años de búsqueda, trabajo y mucho esfuerzo ha conseguido reunir y rescatar del olvido Dolores Tomás, coleccionista privada comisaria de la exposición.

La inició, recordaba ayer en la presentación, a raíz de su primer viaje a Rusia, cuando al visitar los museos echó en falta obras más allá del arte oficialista, de cartelería y muralismo propagandista, y se preguntó "qué pasó con la pintura rusa, en aparente vacío, después de Changall, Kandissky y otros representantes de la vanguardia rusa".

No lo dudó. Decidió dedicarse por entero a investigar, a buscar respuestas para esa curiosidad que la llenó y que la llevaría a descubrir que la vida artística en Rusia durante ese largo periodo de su historia que abarcó la revolución fue muy fértil, "de puertas para adentro, aunque oculta para el exterior, por el silencio obligado por el régimen".

Y así, viaje a viaje, búsqueda a búsqueda, Tomás logró conformar una colección pintórica de astistas rusos, de gran prestigio, además, sin duda, de la más numerosa que existe.