A Juan Gómez Canca (Málaga, 1982), conocido artísticamente como El Kanka, se le cataloga habitualmente como un cantautor ‘buenrollista’ sobre las tablas del escenario. En las distancias cortas también transmite exactamente eso, alegría, amabilidad y simpatía. Con guitarra española y poesía como armas, nos descubre lo bello que es vivir y las formas de ver este mundo menos enfermo. Músico por vocación, tiene cuatro discos en su haber y el 20 de diciembre (20.30) celebra en el Palacio de Congresos de Cáceres el último concierto del año dentro de su gira ‘Donde caben 2 caben 3’, que cerrará el próximo 1 de febrero en el Wizink Center de Madrid.

-¿Quién es El Kanka?

-Un malagueño que le dio un día por hacer canciones para intentar pagar el alquiler. Eso me trajo hasta aquí.

-Canta pasadobles, rumbas, vals, tanguillos, chirigotas… ¿Es un cantante atípico?

-Surge de un modo natural. Soy cantautor, lo que pretendo es hacer canciones y mezclo los estilos que me gustan. Tengo versatilidad y me veo capacitado para hablar distintos lenguajes. Hago canciones de El Kanka, esa es mi pretensión.

-¿Qué tiene la música de psicoanálisis?

-Cuando alguien está en contacto con su lado creativo hay una parte del camino por la que solo deambula un trozo de ti mismo. Buscando algún verso de repente he descubierto cómo soy y en ese sentido puede parecerse al psicoanálisis. El arte es darle luz a lugares que están en la sombra.

-¿Cuál es la mayor adversidad a la que se ha enfrentado en la música?

-Los artistas alternativos nos enfrentamos a cómo hacer para que la gente nos conozca y además decida ir a un concierto y pagar una entrada. Necesitamos llegar a mucha gente a través del boca a boca y las redes sociales. Es un trabajo, en mi caso de años. Te enfrentas a eso de: ‘He ido a Cáceres y han venido a verme 15 personas, con eso no me pago ni el viaje, a ver cómo llego a fin de mes’. No veía el final del túnel. No es inmediato. Ni en el primer ni en el segundo disco, ni visitando la misma ciudad ni cinco ni diez veces. Para mí esa fue la mayor adversidad, cómo arrancar, cómo llegar a la gente si no estás sonando en la radio o si no apuesta por ti una multinacional.

-¿Por qué los cantantes alternativos siguen sin sonar en la mayoría de radios?

-Tiene que existir la música más facilona: Chayanne está muy bien (risas). Sería una tontería decir que nada más tiene que haber canción de autor. En Latinoamérica me ha dado la sensación de que los medios de comunicación son un poquito más abiertos, como que cabe más todo. No es lo mismo Shakira que un cantautor que acaba de empezar, lo entiendo, pero debe haber lugar para cosas más underground. Hay una valla cada vez más alta entre el mainstream y lo alternativo. Y no deberían ser tan irreconciliables, porque al final todo es música.

-¿La industria musical es machista?

-En general la sociedad es machista y a un nivel tan profundo que probablemente ni nos demos cuenta. Me considero feminista, o aliado como decimos ahora. Estoy con el movimiento pero estoy seguro de que alguna cosa profunda tendré implantada porque hay un tufillo de lo que hemos vivido, que es muy difícil de cambiar. La industria musical no es más que un reflejo de la sociedad heteropatriarcal, aunque en el ambiente que me muevo diría que es una industria bastante abierta y progresista. Solemos ser más vanguardistas y, estando lejos del objetivo óptimo, se va avanzando bastante.

-¿Qué ha supuesto cantar con Rozalén y Jorge Drexler?

-Rozalén es mi amiga. Tengo mucha confianza y complicidad, es hermosa por dentro y por fuera; canta del carajo. Lo de Jorge era cantar con un referente, con una persona que admiro mucho como compositor. Me parece tan inteligente… Es una puerta que de repente se me abrió.

-¿Dónde caben 2 caben 3, si dicen que todo es cosa de dos?

-Hay cosas que como con dos no hay nada (risas). Pero de donde vengo existe el dicho extendido de dónde comen dos, comen tres. En mi casa, aunque llegues sin avisar, no te va a faltar el plato de potaje. Veníamos de una gira con el cartel de las entradas agotadas, que es una suerte, pero también una pena, porque la gente se quedaba fuera. Hemos querido apostar por recintos más grandes, para que todos los seguidores pudieran disfrutar del concierto.

-¿Dónde come El Kanka cuando viene a Cáceres?

-Ahí manejáis el gorrino, ehhhh, (risas).

-¿Y cuál es su parte favorita del gorrino?

-A mí me gusta todo, hasta los andares. Es el último concierto del año y lo celebraremos con todo el equipo en Cáceres.

-¿Si comer y beber lo que quisiera no tuviera ninguna consecuencia, qué bebería y comería más a menudo?

-Vino de la tierra y jamón de esos de un cerdo que vive alegre comiendo bellotas y al final muere feliz por la causa. Es insuperable.

-¿Cuál ha sido el sueño más extraño que ha tenido nunca?

-Una vez soñé que era un armadillo. Y además fue un sueño feliz. Quizá en la próxima vida si me porto bien me reencarne en ese bicho tan maravilloso y esperpéntico.

-¿Cómo le pinta la cosa a Sánchez?

-Ufff. Me pasa una cosa, y lo digo con mucha pena, es que he perdido la fe en los políticos. No me llenan de esperanza ni siquiera a los que voto. Voto con sospecha y en general me da la sensación de que la clase política se ha alejado de las calles y no entienden los problemas reales de la humanidad. No conectan con nosotros y tampoco soy capaz de conectar con ellos. Ojalá sea un gobierno lo más progresista y solidario posible. Al menos estoy contento de haberme librado de lo que nos hemos librado, la verdad, porque quien podría haber estado gobernando me ponía los pelos de punta. Espero que los que llevan el cotarro y las empresas que manejan los billetes, les dejen hacer algo lo más humano posible.

-¿Qué tres canciones le dedicaría a Torra, Vara y Abascal?

-A Torra: ‘La vida es una tómbola’, de Marisol. A Vara: ‘A desobedecer’, que es mía, y a Abascal: ‘No estamos locos’, de Ketama.

-¿Usted es tímido aunque no lo parezca?

-Sí. Pero lo bueno es que mi profesión me ha obligado a tener que desarrollar mis capacidades sociales. Me gusta estar con la gente, no tengo fobiopatías ni miedos sociales, aunque de pequeño era bastante introvertido. Sigo teniendo mi puntito de introspección y jamás lo perderé, pero soy una persona muy confiada.