TMti vida es como la de muchos jóvenes que vivimos la movida cacereña a una edad en la que aún no tenía muy definido el camino que quería llevar en la vida. En los 80, la política del Ayuntamiento de Cáceres era la de fomentar la diversión de los jóvenes por medio del alcohol, la apertura de locales en las dos zonas principales de la movida: la plaza y La Madrila, y por supuesto el consumo desmesurado de alcohol en los botellones que, por entonces, se permitían realizar en la plaza Mayor e incluso en la ciudad monumental. No todos los jóvenes la vivimos de la misma manera. A mí, a una edad que era aun bastante influenciable, me hizo no interesarme más que por salir y beber, nada importaba, el futuro no era importante, solo importaba el aquí y ahora, la música, el alcohol, los amigos y los porros era lo único importante.

Esta vida descontrolada me pasó factura. Con 19 años fui acusado de un robo con intimidación (curiosamente hice muchas cosas que no debía, pero esta vez me acusaron de algo que no hice) y pasé a disposición judicial. Entré dos meses en prisión preventiva; durante este tiempo que pasé en la cárcel entré en contacto con la heroína y aquí es cuando todo se precipitó aún más hacia el desastre. Tras pasar los dos meses de prisión preventiva, fui puesto en libertad a espera de juicio.

Me condenaron a pagar 4 años, 2 meses y 1 día en la cárcel, pero no tuve que entrar en prisión hasta 5 años después cuando la sentencia era firme. Al entrar en la cárcel estaba en un momento en el que había conseguido alejarme de las drogas, por cierto, un hábito que había cogido en la cárcel. Había encontrado trabajo y trataba de salir adelante trabajando en la construcción.

Una mañana, dos agentes de policía se presentaron en mi trabajo y me llevaron directamente a comisaría, y de aquí a la cárcel a pagar los cuatro años de prisión. En la cárcel retomé mis hábitos con las drogas, al salir de prisión mi vida ya no era la misma, estaba muy enganchado a la heroína. Me marché a Madrid para alejarme de mi novia, con la cual había tenido a mi hijo, yo sabía que la estaba haciendo mucho daño con mi adicción a las drogas y que terminaría destrozando la vida de ella y de mi hijo, por eso decidí marcharme.

En Madrid estuve buscándome la vida como pude durante algo más de un año. Regresé a Cáceres muy mal, el médico me dijo que si no cambiaba y dejaba las drogas no viviría ni seis meses más. Decidí meterme en un centro de rehabilitación. Durante un año estuve alejado de las drogas y al regresar a Cáceres me alejé totalmente de mi vida anterior, dejé de frecuentar los lugares por donde iba, dejé de lado a mis antiguos amigos, los que aún vivían, y comencé a estudiar el bachillerato al mismo tiempo que pintaba cuadros de la parte antigua y hacía cursos de agente de desarrollo turístico y todo lo que tenía que ver con la ciudad monumental y con la informática.

Cuando no estaba en clase, estaba en el archivo histórico estudiando la historia de Cáceres, presenté también varias exposiciones de pintura, en las que el tema principal era la ciudad monumental. Una vez terminado mis estudios de bachillerato, que completé con excelentes notas, comencé mis estudios universitarios y cuando aún estaba estudiando Historia del Arte en la universidad, me presentaba a los exámenes para las plazas del fondo de cooperación regional en el Ayuntamiento de Cáceres, que conseguí superar en cuatro ocasiones, con el inconveniente que solo podías entrar año sí año no.

El primer año me presenté en plaza de minusvalía, superé el examen y trabajé como auxiliar de información turística, pero la plaza de auxiliar de información turística en grado de minusvalía dejó de ofertarse y en ocasiones sucesivas me presenté en régimen general, consiguiendo superar también los exámenes y entrando a trabajar en el mismo puesto, Doy gracias por ello, porque he tenido la suerte de trabajar haciendo algo que me encanta.

El motivo de escribir esta carta es que, después de luchar durante años para conseguir un puesto en la sociedad, no tengo nada. Cáceres es el primer conjunto monumental de España y el tercero de Europa y así y todo, los centros que se han creado para fomentar el turismo los ocupa personal temporal del fondo de cooperación regional y otros fondos, aun siendo plazas estructurales, no hay ni una sola persona fija ocupando estas plazas.

Yo tengo ya más de 43 años y mi futuro después de haber luchado con todas mis fuerzas, es incierto, aún sigo teniendo miedo de que algún día, por desesperación o depresión, pierda las fuerzas y cometa de nuevo el error de caer en ese mundo en el que nunca tuve que entrar en el pasado. Muchas veces pienso que las personas que cometimos un error en el pasado tenemos que trabajar el doble para conseguir solo la mitad que otras personas. No hay noche que no me pregunte a mí mismo ¿qué hay que hacer para ser valorados por lo que somos y no por lo que fuimos?

A los jóvenes les digo: Forjaros un futuro ahora porque no hay segundas oportunidades para los que cometen errores.