Desde la puerta del complejo deportivo Agustín Ramos Guija, en la barriada de Cáceres el Viejo, se divisa campo, mucho campo. Son las cinco de la tarde de un martes soleado, pero de connotaciones tristes si se juzga el desolador panorama que se presenta.

Antes de otear el horizonte, uno se encuentra, casi de bruces, con un cartel destartalado en el que, a duras penas, se puede leer esa calificación de 'parque deportivo'. Pero no lo es tal. Ahí solamente hay una piscina, finalizada no hace ni seis años por la empresa Proexsa como compensación a las obras de urbanización de este barrio en plena expansión.

Casi sin quererlo, la vista te conduce a una construcción de paredes blancas en la que hay unos vestuarios "de lujo" que han tenido que ser cerrados y tapiados. Los vándalos los han destrozado previa falta de vigilancia y de uso. No se llegaron, siquiera, a inaugurar. Como tampoco el campo de fútbol, en el que tampoco se ha jugado un partido de fútbol jamás.

La idea era hacer, entre otras cosas, un campo de césped artificial, asegura el exconcejal Lázaro García , mientras se lamenta del olvido de unas instalaciones deportivas "por las que tanto luché en su día".

También están dolidos los animosos responsables del Sporting Cacereño, club de la barriada que cuenta con ocho equipos de cantera y que está haciendo una labor social impagable con muy pocos recursos. "Es lamentable tener un campo sin que se pueda jugar, teniendo en cuenta, además, las carencias que tiene Cáceres en este sentido", dice Angel Guillermo Plata , que pone como ejemplo de carencia de instalaciones para una zona con 2.800 habitantes que "solamente hay una canasta en todo el barrio". No. Existen dos, y seperadas en distintos enclaves. Da igual la inconcreción.

Porterías a medio hacer

En el campo de fútbol se llegó a hacer la base de las porterías... pero nada más. "Tremendo", dice un vecino que ha sido testigo del paso inexorable, y sin noticias, del desamparo en el que ha que ha quedado sumida la instalación.

Una de las fotografías que ilustra esta 'gasolinera' hubiera indignado, sin duda, al inspirador del nombre de esta sección, el malogrado cronista deportivo de este diario Andrés Sierra , que tanto insistía en que Cáceres creciera en lo futbolístico, sin éxito por cierto. El verde de los matorrales, la hierba a una altura estratosférica , desigual, imposible de hacer ahí cualquier cosa parecida a deporte...

El actual concejal de Deporte del ayuntamiento, Pedro Muriel , asume que él mismo sintió "vergüenza ajena" el día que visitó las instalaciones , indignas también para el también fallecido exmédico del Cacereño con el que se las bautizó. En este momento, no hay dinero para acometer una reforma del lugar, asume con claridad.

La tarde es alegre en Cáceres el Viejo, pero el horizonte se viste de tristeza, visto lo visto. Mientras pasea de un lado a otro de la urbanización, Lázaro García desvela la intención de entonces, que ya da un poco más de grima conocerlo, visto el resultado.

Y es que al lado del campo de fútbol, si es que se le puede considerar así sin herir susceptibilidades, hay una extensión generosa de terreno donde, efectivamente, iban a construirse otras instalaciones para el disfrute del deporte en Cáceres, entre ellas unas pistas de tenis y un polideportivo multiusos con capacidad para 3.000 personas. Nada de nada. Aquello fue solamente una intención, puede que una envenenada intención frustrada por el devenir de los acontecimientos. Cáceres el Viejo es joven, pero los viejos fantasmas del pasado vuelven a aparecer. ¿Qué pasó en realidad con ese campo de fútbol? La pregunta, sin respuesta aparente, es ya de por sí dañina.