TNto creo necesario advertir a los lectores que con este título no me estoy refiriendo al simpático y ocurrente personaje del Pato Donald; creado hace muchos años por Walt Disney, seguramente para contrarrestar o reconducir algunas de las características sicológicas y personales que se atribuían a los norteamericanos, después de haber intervenido en las dos Guerras Mundiales que arrasaron el Universo. Pues el pato Donald, y su novia Daisy, eran amables, inteligentes y cariñosos con otros personajes de sus historias; procurando siempre ayudar, compartir, solidarizarse con todos los que fuesen desdichados o pobres.

Efectivamente, mi intención es referirme a otro personaje de la actualidad norteamericana, que se llama también Donald y que representa la otra cara de la moneda de lo que es --o debería ser-- una buena persona. Es "republicano" --título que en USA quiere decir muy otra cosa de lo que significa en España-- es multimillonario, es candidato a la Presidencia y está dotado de las más torpes y atávicas cualidades personales para ser en el futuro --si es que sus compatriotas tienen la ocurrencia de votarle-- el peor de los Presidentes de aquella gran nación norteamericana, que ha tenido ya muchos y de grandes cualidades.

Donald Trump ya se ha "retratado" varias veces a lo largo de sus intervenciones políticas; remedando aquellas declaraciones o despropósitos de sus antecesores de la misma "cuerda" en la Casa Blanca: las de Ronald Reagan o las de George Bush --tanto del padre como del hijo-- siempre pensando en reforzar fronteras, llevar tropas americanas hasta los confines del planeta, para aplastar a todos los que no creyeran en el "sueño americano". Siempre dispuestos a cercenar cualquier movimiento progresista, democrático o socialista que floreciera en cualquier rincón del mundo. Enviando tropas, aviones, armas y bombas a los sectores de derechas: dictadores, talibanes, ayatolas y otras especies parecidas; amigos ocasionales, que posteriormente volvieron estas mismas armas contra la inconsciente USA.

XLOS "COMPLEJOS"x de Donald --que le han servido ya para ser candidato a la Presidencia por el Partido Republicano-- son los mismos que los de aquellos mandatarios que defendieron "a capa y espada" la "Segunda Enmienda", para que cada norteamericano tuviera en casa varios revólveres; a ser posible, también, dos o tres "Winchester" de repetición o alguna ametralladora de fabricación americana --no un "Kalasnikov" ruso--, puesto que la fabricación de armas es el principal negocio de los Estados Unidos y es más provechoso venderlas por todo el mundo que restringir el mercado interior.

Es cierto que esta abundancia de pistolas, metralletas, rifles y otros artilugios para matar provocan frecuentemente masacres de estudiantes en Institutos y Universidades; pero esto no debe ser causa de que cese el negocio. Para solucionarlo, mejor poner alambres de espino en las fronteras con México y evitar que entren en el país haraganes y desarrapados latinos, que son gentes de mal vivir: ¡Son pobres!

Muy cristiana no es esta forma de pensar --ya se lo ha repetido el Papa Francisco--; pero para Mr. Trump, lo importante no es ser o no cristiano; sino vender Biblias y ametralladoras.