Alumnos de un instituto de la provincia obligaron a un compañero a desnudarse y grabaron su hazaña con un móvil. Casos como éste de violencia o acoso escolar, el fenómeno conocido como bullying , se viven, en mayor o menor medida, en todos los centros de Secundaria de Cáceres. Sin embargo, los centros se ven incapaces de atajarlos.

Así se puso de manifiesto ayer en la clausura del primer curso sobre Prevención e Intervención de situaciones de violencia en el contexto escolar: bullying que se ha impartido en Cáceres a futuros educadores y dirigido por el psicólogo Julián Alvarez.

La mesa redonda con la que se cerró el curso planteó cuatro razones de por qué es tan complicado abordar estas situaciones: por el desconocimiento de qué es en realidad el bullying , la dificultad para detectarlo, la carencia de recursos para solucionarlo y la escasa implicación en el tema de los agentes implicados en el proceso educativo: padres, alumnos, centros (profesores) y administración.

AFRONTAR EL PROBLEMA De este último aspecto era sintomático por ejemplo, y así lo destacaron algunos de los propios participantes en la mesa redonda, la escasa asistencia de público en el debate de ayer, sólo una treintena de personas. "Esta sala debería estar llena. La gente no quiere afrontar los problemas", se lamentó el director del Instituto García Téllez, Andrés Rico.

El director del centro relató la experiencia vivida en su centro por la extorsión que sufrieron varios alumnos por parte de otro a los que obligaba a darle un euro diario amenazándoles con matarlos. "Es muy difícil abordar estos casos y nos los podemos resolver. Las autoridades educativas deben darnos nuevos métodos y recursos para tratarlo", concluyó.

En el debate estuvieron representados los diferentes agentes de la comunidad educativa: un alumno, un padre, una formadora de profesores, una orientadora, un político, un director de centro y un responsable sindical.

Mercedes Sánchez, orientadora del colegio San Antonio, apuntó que muchos de sus compañeros "están muy perdidos sobre qué es esto del acoso" y cómo diferenciarlo de otras conductas. También destacó la necesidad de que las medidas de prevención se apliquen en infantil y primaria, donde debería incluirse ya la figura del orientador.

El director del García Téllez expuso también la falta de medios y recursos que tienen los centros, primero para detectar los casos sin que haya una denuncia y después, abordarlos. Aseguró que las medidas de régimen interior a veces son insuficientes y que la expulsión de un alumno, enviándolo a otro centro, no resuelve el problema, sólo lo desvía.

COMO ACTUAR Todos coincidieron en que es necesaria una mayor implicación de todos los integrantes de la comunidad educativa y, en especial, de la administración para saber cómo actuar en estos casos y que se pongan en marcha programas en los centros. "Es un problema de todos y entre todos debemos buscarle soluciones", aseguró José María Barberá, representante del colectivo de padres del instituto Hernández Pacheco.

Este padre defendió precisamente la responsabilidad de los padres en la educación de los hijos, aunque instó a una mayor colaboración de los profesores en su labor de coeducadores.

Igualmente hubo una voz unánime en la necesidad de implantar en los centros la figura de mediadores escolares, que ya existen en otras provincias y que facilitan la labor en estas situaciones de conflicto.

Enrique Hernández, de 17 años, llevó la voz del alumno al debate como representante del consejo escolar del Hernández Pacheco. Aseguró que los alumnos pueden ejercer el papel de mediador si reciben una formación adecuada y resaltó que los casos más graves no se dan dentro de los centros, sino fuera, donde ya no hay vigilancia. Por eso pidió más respaldo policial. En una encuesta realizada entre 70 compañeros, se revela que el acoso está aumentando en los primeros cursos de Secundaria, entre niños de 12 a 14 años.