"Ahora cualquier pelea entre niños, cualquier incidente en el que se ven implicados menores se lleva al juzgado. Antes se trataban de resolver los pequeños problemas por los padres, los educadores..., pero ahora se judicializa todo, y éste es quizás uno de los motivos del claro incremento que se está produciendo en las causas judiciales de menores".

Es la opinión de Francisco Javier Timón, Juana María García y Celia Majadas, educador, trabajadora social y psicóloga de la Unidad Psicosocial de la Fiscalía del Menor de Cáceres. Para ellos también influye de forma importante el hecho de que la Ley del Menor incluía antes a los menores de entre 12 y 16 años y ahora las edades se han elevado de 14 a 18. "Este aumento de la edad se nota, y mucho, sobre todo en el caso de los hechos que son más graves, de los delitos que implican violencia, pues éstos no suelen cometerlos los menores de 16 años".

Más de 15 años trabajando en el ámbito del menor les hace tener una visión bastante clara de la situación, que reconocen preocupante, pero no alarmante, ya que, aseguran, en la mayoría de los casos los hechos que comenten los menores que llegan al juzgado son faltas, no delitos.

Cada chico o chica que se enfrenta a la justicia es un mundo, pero los miembros del equipo psicosocial de la Fiscalía del Menor ve en ellos, al menos en los que son reincidentes o cometen hechos más graves, un perfil común. "En la mayoría de los casos son chavales que no tienen una estabilidad familiar ni emocional, que están carentes de cariño, que no se sienten queridos ni protegidos". A estas carencias que apunta Juana María García añade la psicóloga Celia Majadas "la no inculcación de valores sociales y morales, algo que les falta a estos chicos, que quizás sí saben que lo que hacen está penado por la ley, pero no que está mal; no saben en muchos casos lo que es correcto o incorrecto porque nadie se lo ha inculcado".

Lo que ya no parece que sea un factor influyente, teniendo en cuenta las estadísticas de la Fiscalía del Menor de los últimos años, es la situación social. Lo demuestra el hecho, y así lo constatan los técnicos, que cada vez se dan más casos de menores que cometen delitos o faltas pertenecientes a familias de una posición social muy destacada.

Las demandas

Por su experiencia como psicóloga, trabajadora social y educador de menores con chicos problemáticos , Juana García, Celia Majadas y Francisco Javier Timón entienden que hay un altísimo porcentaje de estos menores que con una buena terapia, con un buen seguimiento, con un respaldo familiar pueden perfectamente salir de su situación, no volver a cometer ningún hecho delictivo.

"A la inmensa mayoría de los chicos el paso por aquí les viene muy bien, la experiencia les sirve para no volver a cometer ningún hecho ilícito, pero hay un porcentaje de aproximadamente un 20% que necesitarían unas ayudas con las que ahora no se cuenta".

Demandan en este sentido más centros de internamiento y también terapéuticos, "pues con una buena terapia la inmensa mayoría de estos menores son perfectamente recuperables".

De las medidas que la ley del menor establece, valoran muy positivas los servicios en beneficio de la comunidad y la libertad vigilada, que siempre va acompañada ésta de otras actividades, como cursos formativos, tratamientos terapéuticos... "Son las medidas estrella, porque nos permiten trabajar más con los chicos, vincularles con otros tipos de ambientes, con profesiones, actividades de voluntariado..., que en muchos casos les enganchan y cuando cumplen la pena que se les ha impuesto siguen en ellas". Las ven efectivas, "pues les sirven también para aprender responsabilidad", apostilla Majadas.

En cuanto a las medidas para hechos más graves, como el internamiento en centros, manifiestan que son efectivas, pero con matices. Reconocen en este sentido que "hay menores que el pasar por los centros les supone un gran revulsivo y funciona, pero en otros casos a lo que les lleva es a instaurarse en la imagen que tienen de sí mismos, se ven como delincuentes y se autoconvencen de que esa es su vida".

Pese a esta realidad todos puntualizan que "los centros normalmente funcionan, el problema es ese mínimo porcentaje de chavales que caen una y otra vez y que quizás necesitarían otros tipos de centros y terapias con los que ahora no contamos". Es por ello que ven muy necesario en la región otros centros de internamiento, sobre todo terapéuticos, así como también centros de día, que la ley prevé, pero que en nuestra comunidad aún no existen.

No olvidan, por supuesto, las medidas preventivas. Estiman así necesaria una mejor y más profunda labor de las instituciones en el tema de la protección del menor, en lo que se refiere a casos de chicos y chicas con problemáticas familiares y sociales graves; y más implicación de los padres en el resto de los casos, "pues hoy día los padres somos demasiado permisivos con los hijos".