El Tribunal Supremo confirma la condena de cuatro años de cárcel a un cacereño que colaboraba con una banda de secuestradores que operaba en Madrid y Cádiz. Se puso en contacto con el cabecilla del grupo con el objetivo de retener a un empresario dedicado al sector de la piel para conseguir robarle dinero. Armados con pistolas y con el rostro cubierto, irrumpieron en la nave en la que se encontraba la víctima, le inmovilizaron y le golpearon con una pistola. Le quitaron 180 euros que llevaba encima y le amenazaron para que les revelase dónde tenía guardado más dinero. El empresario les aseguró que no tenía escondida ninguna cantidad, por lo que decidieron registrar su casa. Después le dejaron libre.

La banda, a la que pertenecen 14 personas, llevó a cabo más secuestros, pero este fue el único en el que participó el cacereño. En la ciudad de Cádiz llevaron a cabo el secuestro más grave de los que se le imputan. Los cabecillas se habían enterado de que una persona podría tener escondido en su vivienda 400.000 euros procedente de la venta de hachís, por lo que idearon un plan para robárselo. Lo retuvieron cerca de su vivienda, le golperaron y lo metieron en el maletero. Lo trasladaron a un piso donde le causaron numerosas heridas de arma blanca en varias partes del cuerpo. La brutalidad violencia que emplearon llevó a la víctima a admitir que guardaba una cantidad de dinero en una vivienda propiedad de su familia. La registraron pero no consta que se llevaran nada.

Continuaron con la paliza y consiguieron que la víctima les contara que el dinero se lo había entregado a otra persona. Le obligaron a llevarles hasta su casa. Amenazaron también a éste y a su pareja para que les confesaran el escondite del dinero, pero les dijeron que esa cantidad la custodiaba otro amigo. Finalmente se hicieron con el botín.

Los secuestradores les dejaron libres pero amenazaron con matarlos si contaban algo. No así al primero que secuestraron, al que asesinaron a puñaladas. Después arrojaron el cadáver a una finca.