Durante más de 30 años vejó y maltrató a su esposa, a la que se dirigía con expresiones como «puta, zorra, no vales para nada», Lo hacía tanto en el ámbito privado como en el público. El matrimonio se dedicaba a la hostelería y aprovechaba, cuando ambos se encontraban en el bar que regentaban, para gritarle a ella: «tú, a la cocina». Acaba de ser condenado a un año y dos meses de prisión por el Juzgado de lo Penal Número 2 de Cáceres acusado de los delitos maltrato psicológico, coacciones, coacciones leves y de otro leve continuado de vejaciones.

Tal y como recoge la sentencia, el acusado ejercía una posición de superioridad y de dominio sobre todos los miembros de su familia, aunque especialmente con la que era su mujer. Ella, en cambio, intentaba evitar por todos los medios las discusiones porque, a la mínima, reaccionaba golpeando el mobiliario con puñetazos y patadas.

Un día el matrimonio salió a tomar algo con una de sus hijas (tienen dos hijos) y el acusado les recriminó a ambas que no quisieran acompañarle a otro bar. No lo hicieron, recoge el fallo, porque se encontraba bebido y ya mostraba signos de agresividad. Así las cosas, se dirigió a su esposa diciéndole «no vales para nada, estoy solo», mientras agarraba una botella de cerveza y la estampó contra la pared. Después salió corriendo en dirección a su casa para impedir que ambas entraran en el domicilio.

Como se mostraba muy agresivo madre e hija decidieron refugiarse en un hostal en desuso ubicado justo encima del bar que regentan, pero las encontró. Al llegar el acusado ambas salieron huyendo hasta el domicilio familiar, del que decidieron no volver a salir. Aquella noche habían quedado para cenar con la hermana del investigado pero, al percatarse este de que ninguna de las dos llegaba, llamó a su hija diciéndole que estaba solo, que su madre era «una hija de puta» y la amenazó con suicidarse. Esta situación se ha repetido en varias ocasiones durante años, agravándose con el consumo de sustancias tóxicas, cuando se agravaba esa posición de sometimiento que ejercía sobre su mujer.

Además de a la pena de prisión el juzgado le condena a 25 días de localización permanente, a cuatro años de alejamiento y a la prohibición de comunicarse con su esposa durante a tres años y seis meses. La sentencia es firme.