TUtltimamente está de moda hablar de contratos con la ciudadanía. De transparencia en la gestión. De responsabilidad, en definitiva. Sin embargo, de momento, salvo cada cuatro años (en el mejor de los casos) tenemos la opción de decidir si queremos, no solo cambiar las cosas, sino también a la gente. Si bien algunos prefieren prorrogar ese tipo de debates, argumentando que lo primero son las ideas, no podemos minusvalorar ni los tiempos, ni las personas que deban liderarlas. Pues de eso, supongo, que se trata.

En Extremadura, el partido que ostenta el poder insinuó que estaba compuesto por el gobierno de los mejores. Y ya estamos viendo dónde nos están llevando ( ¡ ah, perdón!, que se me olvidaba citar "lo de la herencia"). El principal partido de la oposición contrarrestaba su pérdida de protagonismo mediático mostrando que tanto en su grupo parlamentario, como en su Ejecutiva, se había rodeado, en este caso, de verdad, con un equipo cualificado para "gobernar en la sombra". Construir alternativas. Ganar el futuro, como se dice ahora.

Pero, no basta solamente con estar, la diferencia sustancial en el concepto, está en el "hacer". Por ello, para recuperar la credibilidad. Para tener la confianza de la gente, hay que tomar la iniciativa. No vale decir "es que no gobernamos".

No se puede dejar todo en manos de los generadores de opinión. Cada uno tiene su papel. Y está claro que no es lo mismo ser de izquierdas que de derechas. Pero empiezo a estar cansado de escucharlo en la calle. Y no es cierto. Hay miles de argumentos que lo desmontan.

Por eso hay que tener claro el rumbo, un último ejemplo, el PSOE, si en realidad quiere hacer hincapié en cada una de sus siglas, debe volver la mirada a su Historia. Entonces se percatará que nunca ha sido un partido nacionalista. Todo lo contrario es internacionalista. Nuestra solidaridad estará siempre con los desfavorecidos. Me merece el mismo respeto un desahuciado o un parado de larga duración en Cáceres que en Barcelona. Del mismo modo me repugna hasta el máximo grado un evasor fiscal en Badajoz que en Madrid.

Como decía en muchas ocasiones el difunto Antonio Vázquez, la experiencia de aquellos que pueden aportar su devenir vital sin el mínimo atisbo de interés debería ser significativa para tener en cuenta. Las decisiones ya se tomarán en tiempo presente. Pero no debemos echar en saco roto lo que nos ha hecho avanzar juntos bajo el anatema del "discurso del abuelo". No nos creamos infalibles. La humildad es también un síntoma de fortaleza.

* El autor es doctor en Historia y secretario para el Análisis de la Historia del PSOE de Cáceres.