La incorporación de la domótica a una vivienda aporta un gran ahorro energético al optimizar el consumo al que justamente se necesita aprovechando los recursos naturales, además de aumentar el confort, ofrecer comunicación de avisos de anomalías e información de funcionamiento, gestión remota y seguridad.

El control inteligente puede ajustar la iluminación artificial en función de la luz natural y la presencia de personas; gestiona la climatización en función de la temperatura exterior, horas de ocupación y la presencia efectiva de personas, detectando ventanas abiertas y accionando toldos, persianas y cortinas en función de la radiación existente e iluminación necesaria; programa el accionamiento de los electrodomésticos según tarifa horaria; o detecta aparatos en stand by y corta circuitos si se va a superar la potencia contratada.

La domótica puede localizar fugas de agua y gas cortando el suministro en caso de ser necesario, controlar el riego en función de la humedad de la tierra, gestionar el aprovechamiento de aguas grises y, con la incorporación de grifería inteligente, disminuir el consumo de agua caliente controlando temperatura y caudal. Puede llegar a gestionar la producción de energía mediante sistemas renovables contabilizando la producción y consumos. Otro aspecto de estos sistemas es la seguridad mediante vigilancia, detección de incidencias y averías, alarmas de intrusión, cierres automáticos, control de cámaras, alarmas de incendio, humo, fallo del suministro, etc. El control remoto de todos los elementos del hogar y otros aspectos de comunicación es otra de sus aplicaciones.

En ensayo realizado por CEDOM en dos inmuebles, uno domotizado y otro no, los ahorros producidos son: 11% en agua caliente, 17% en calefacción, 20% en pequeños electrodomésticos, 25% en aire acondicionado y 80% en iluminación.