En la ciudad feliz de Alonso de la Torre pasa con el PGOU como con en Cataluña con el Estatut: que ocupa la décima posición en la lista de preocupaciones ciudadanas. Pero el hecho de que el plan de urbanismo que ahora se tramita sea percibido así por el cacereño de a pie no debe ocultar que en estos días se está jugando el futuro urbanístico de nuestra ciudad. Y hablamos de muchos millones de euros en recalificaciones, ladrillos y zonas verdes, y de miles viviendas e ilusiones.

Y en este escenario aparece Corominas. Nuestro presidente de la Agencia de la Vivienda. Qué tipo. Pocos saben de urbanismo más que él y muy pocos tienen tanta habilidad para modificar el rumbo de sus decisiones y declaraciones. Primero alerta de que las 4.000 viviendas baratas que su departamento anunció en El Muelo hace un año no se pueden edificar a día de hoy por estar en una zona de especial protección de aves. Y añade que esta ZEPA impide también aprobar el PGOU. Horas después aclara que estos dos problemas se pueden solucionar siempre que Bruselas dé el visto bueno a la modificación de la ZEPA. Y tres días después, saca pecho asegurando que ha hablado con el consejero de Medio Ambiente, que ya no hay ZEPA que valga, que la UE no pinta nada en esto y que los pisos de El Muelo y el PGOU saldrán adelante. ¿Alguien lo entiende?