La solidaridad luce en el tendido de la Era de los Mártires. Cerca de 3.000 espectadores respondieron ayer a la llamada de la Asociación de Familias de Personas con Transtornos del Espectro Autista (Aftea) y arroparon al diestro cacereño Jairo Miguel. El jovencísimo torero, de solo 17 años, se encerró con seis toros y salió por la puerta grande tras haber cortado tres orejas. Solo le faltó acertar con la espada. De haber estado certero, las puertas de Madrid se habrían abierto de par en par esta temporada. Hubiera sido de sobresaliente.

Pero dio igual. El público disfrutó de una tarde con buen tiempo, aunque algo fría, para una buena causa: ayudar a niños con autismo. La organización no ofreció ayer datos de la recaudación, que se hará pública en los próximos días. La entrada fue similar a la de unas ferias. La presidenta de Aftea, Isabel Uriarte, se mostró satisfecha con la respuesta de público, la entrega del torero y la repercusión mediática que tuvo el evento, con cobertura en medios internacionales. También asistió la presidenta de la Organización Mundial de Autismo, Isabel Bayona, que siguió el festejo desde el palco.

En la arena, el torero de Cáceres fue de menos a más, jaleado por un público que se nota que le quiere y desea que triunfe. Jairo Miguel, por edad y ganas, demostró que tiene mucho camino por delante. De su trabajo dependerá que toque la cima. Se entregó desde el primer al último toro. Aunque se fue de vacío en cuatro de los seis astados que lidió, el diestro apuntó maneras y fue muy aplaudido.

EN LA ARENA Jairo Miguel eligió un traje de luces blanco inmaculado, como de antigua comunión y toreó descalzo desde el tercero. Si su esfuerzo no le valió un triunfo mayor no fue porque no lo intentara. Quizá necesita más tiempo para crecer. Por momentos, dio la sensación de que es un torero que está en pleno crecimiento, necesitado de entrenamiento y maestros.

Atento y nervioso en el callejón, su padre y apoderado, Antonio Sánchez Cáceres, siempre pendiente de las evoluciones de Jairo Miguel. Por momentos, se desesperó tras ver cómo su pupilo fallaba al entrar a matar. Al final, con su hijo dando la vuelta al ruedo, se le notaba pensativo mientras recibía las felicitaciones de los espectadores.

La corrida a beneficio de Aftea también se convirtió en un acto social. En la presidencia estuvie-