Festejos taurinos de primer nivel han convivido en armonía durante años en la Era de los Mártires con eventos de otra índole. Sin ir más lejos, el Festival Internacional de los Pueblos del Mundo ha adaptado durante los últimos años su sede en la arena para congregar a centenares de cacereños. O el Festival Internacional de Música Negra Ciudad de Cáceres, que celebró su primera edición en 2008. En una ocasión se ha disfrazado en una de las ediciones de Horteralia o incluso se ha dispuesto para acoger congresos de partidos políticos. Antes de eso, cuando el coso vivía épocas de esplendor taurino, ya se había erigido de manera alternativa a las corridas de toros que traían a la ciudad grandes figuras del mundo del toreo, en el referente de los conciertos al aire libre. Los que vivieron los 80 en Cáceres pueden dar fe de ello.

El coso cacereño de 1844, que celebró su primera corrida dos años más tarde y la última que ha vivido hasta ahora con el Juli encerrado con seis astados, no ha puesto reparos en albergar ambas inquietudes durante décadas. No obstante, en los últimos años, la escisión entre los aficionados a las corridas y los que no lo son ha abierto una brecha que recrudece las posturas a un lado y al otro. Para los taurinos la convivencia de otros eventos no «supone problema» siempre y cuando se garanticen los festejos con toros. En el caso de los grupos contrarios, apuestan por usar el espacio de una manera alternativa únicamente para eventos culturales como conciertos o muestras como ocurre en la Monumental de Barcelona.

De manera paralela a lo que ocurre en la ciudad, en marzo, miles de protaurinos defendieron la fiesta nacional en Valencia al grito de «libertad» y en septiembre, otros miles de antitaurinos pidieron la abolición de las corridas en la Puerta del Sol de Madrid. Mientras esto ocurre, el último informe del Ministerio del Interior y Cultura deja constancia de que las corridas de toros han descendido en España un 70% en la última década, es decir, que mientras que en el 2007 se celebraban tres al día, en el 2015 esta cifra se redujo a una, la mayoría concentradas entre Andalucía, Castilla la Mancha, Castilla y León y Madrid. H