El hospital San Pedro de Alcántara cuenta desde principios de febrero con una unidad especializada en tratar a pacientes cardiológicos agudos. Hasta ahora, al carecer de este servicio, estos enfermos eran derivados a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), algunos incluso sin necesitarlo, donde la atención no es específica del servicio de Cardiología. La Unidad de Cuidados Cardiológicos Agudos, como se denomina, era una demanda histórica de los cardiólogos, y que ya existe en otras áreas de salud como Badajoz o Zafra. Ha sido el coronavirus el que ha acelerado su apertura en Cáceres, precisamente para aliviar las unidades de cuidados intensivos y dejar camas libres para los pacientes de covid más graves.

«Las enfermedades cardiovasculares generan una inmensa demanda asistencial y, aunque ha habido muchos avances en el diagnóstico de las enfermedades, en los últimos años los recursos de la asistencia hospitalaria dedicados a estos pacientes con cardiopatía isquémica (la enfermedad más común) no se han ido adecuando a las necesidades», apunta responsable de esta unidad, que se encuentra en el hospital San Pedro de Alcántara, José Javier Gómez Barrado. En el caso de Cáceres, los enfermos graves eran ingresados directamente en la UCI. Una vez que su situación se estabilizaba pasaban a planta, donde ya sí eran atendidos por cardiólogos. La falta de unidades como esta en Cáceres ha supuesto que durante años, muchos de estos pacientes hayan pasado más tiempo del que realmente requerían en intensivos, o incluso que ingresaran en estas unidades sin tener un criterio para ello.

Desde la capital cacereña se controlan las urgencias de Cardiología de toda la provincia y es el especialista del hospital San Pedro de Alcántara (solo hay uno de guardia para toda la provincia) el que decide el destino de los pacientes tanto de aquí como de Plasencia, Navalmoral o Coria. «Cuando ingresamos a un paciente en Cardiología se valoran una serie de factores pronósticos que te ayudan a predecir el riesgo que tiene ese paciente. Los que ingresan de menor riesgo se pasan a la planta de hospitalización, los de muy muy alto riesgo seguirán ingresando en la UCI, aunque sean pacientes cardiológicos, pero hay pacientes de alto riesgo, sin esas características que exigen que ingresen en intensivos, que son los que estamos tratando en la unidad de coronarios agudos», explica Gómez Barrado.

En esta unidad ingresan sobre todo enfermos de riesgo que sufren infartos, arritmias, insuficiencia cardiaca grave o con complicaciones hemodinámicas con riesgo, que requieren una vigilancia de monitorización invasiva importante y unos cuidados de enfermería mayores a los que se prestan en una planta de hospitalización convencional. En este espacio, según detalla su responsable, se les ofrece una atención adecuada sin el elevado coste que supone una cama de UCI. Es decir, la unidad funciona de forma parecida a una de intensivos pero requiere menos dotación de personal médico y de enfermería.

Fundamental para los pacientes

«Para el paciente es fundamental, evitamos ingresos innecesarios en la UCI y facilitamos que los que tienen que ingresar en ella salgan antes, porque ahora podremos tratar aquí a pacientes que ingresan en UCI y luego requieren un tiempo de estabilización antes de pasar a planta, por tanto va a permitir que el enfermo solo esté en UCI el tiempo que necesite y poder reservar así las camas para otros pacientes graves, ahora de coronavirus pero también con politraumatismos, sepsis o infecciones graves», añade el doctor Gómez Barrado.

Está ubicada en la planta de Cardiología (la tercera), donde también se encuentra el hospital de día. Cuenta con cinco boxes, cuatro normales y uno de aislamiento, que está acristalado, por si se necesita el ingreso de cualquier paciente que requiera estar separado del resto, por covid o por cualquier otra patología.

Las enfermedades coronarias son las que más efectos negativos han sufrido por la pandemia porque los pacientes no acudían a los hospitales por miedo. Según un estudio realizado a nivel nacional y en el que han participado los hospitales de Cáceres, Badajoz y Mérida, la región ha sido la que más lo ha notado. Durante los primeros meses (entre marzo y mayo) a los hospitales solo llegaron el 15% de los infartos, es decir, dejaron de acudir el 85% de los que presentaban síntomas. La cifra está 40 puntos por encima de la media nacional. «Muchos morirían en casa y a otros muchos los hemos recibido con días de evolución, con lo cual las complicaciones han sido mucho más graves y la mortalidad ha sido muchísimo mayor. Durante la pandemia hemos retrocedido en cuanto a complicaciones y mortalidad posinfartos unos 15 o 20 años. Ha sido dramático en algunas ocasiones», recuerda José Javier Gómez Barrado.

También ha caído a límites muy bajos la reanimación cardiopulmonar, precisamente por el miedo al contagio, que ha hecho que la gente no reanime, añade el jefe de Cardiología. «Probablemente muchos de esos pacientes no contabilizados que se piensan que son covid sean infartos que han debutado con muerte súbita y no se les ha reanimado», insiste el doctor. En esta segunda y tercera ola la situación se ha normalizado.