La antigua comandancia de la Guardia Civil seguirá cerrada y en desuso. La crisis ha dejado desierta su subasta porque ha frenado a las constructoras cacereñas las intenciones de quedarse con el inmueble.

Ayer cerró el plazo de presentación de proyectos y entrega de fianza y aunque hasta esta mañana no se sabrá definitivamente si alguien presentó su propuesta a última hora, la Gerencia de Infraestructuras y Equipamiento de la Seguridad del Estado (Giese), organismo encargado de gestionar estos edificios, no tiene constancia de que ninguna empresa tenga interés por comprar el antiguo cuartel, situado entre las calles San Justo y General Margallo. "No es el momento. Ahora solo pensamos en subsistir nosotros" afirmó a este diario Pedro Rodríguez, el gerente del Grupo Santano, una de las constructoras que en principio mostraron interés por el edificio.

El Ministerio del Interior no se plantea reformar el edificio y su siguiente propuesta será una segunda subasta (esta vez el precio de partida serán 2.461.609 euros; 273.513 euros menos que la primera puja). Si esta también quedara desierta se pondría en venta. "Normalmente cuando se pone el cartel de se vende a uno de estos edificios siempre salen compradores, nunca se queda vacío", explicaron desde Interior.

La comandancia tiene una superficie muy extensa con una edificabilidad de 3.670 metros (2.750 para vivienda libre y 920 para vivienda protegida) y en ellos, según los informes presentados por el ayuntamiento, podrían construirse hasta 28 viviendas.

SIETE AÑOS SIN USARSE El inmueble se encuentra completamente deteriorado y abandonado desde que en abril del 2003 se abriera el nuevo cuartel de El Cuartillo. Sin embargo, el histórico edificio de Margallo, construido en el siglo XIX, acogió a la Guardia Civil durante 75 años (entre 1928 y 2003).

Sin embargo su existencia estuvo marcada por la polémica. Los agentes siempre se quejaron del mal estado de las instalaciones. De hecho, las primeras reivindicaciones de la Benemérita son de 1943, cuando los mandos detectaron la necesidad de un nuevo acuartelamiento. Pero este no llegó hasta 2003, año en que se inauguró el actual cuartel. Ya entonces no se descartaba su venta, pero aún continúa en Margallo.

Los vecinos de la zona creen que podría reformarse y ser utilizado para el ocio de jóvenes, mayores y pequeños porque daría vida al barrio.