Estamos a punto de cumplir el primer año desde que esta trágica pandemia nos está condicionando todo lo que hacemos, y no solo eso, sino que miles de personas han muerto a causa de la misma. Si echamos la vista atrás e intentamos recordar lo pasado en estos doce meses, tengo que decir que yo conozco mi estado de ánimo, pero no me imagino cual será el de cada uno de los que leéis estas líneas. Esa realidad estará condicionado por lo que nos haya podido pasar en este tiempo o por lo que hayamos podido conocer.

No sé si merece la pena recordar comentarios, juicios, reacciones, decisiones que se han producido y tomado a lo largo de estos 365 días, pero creo que habrá que hacerlo para, por lo menos, aprender de lo que nos ha pasado.

Si me pongo a pensar en situaciones concretas que conozco, hay días que se me quitan las ganas de escribir. Pero se hace necesario no perder la calma y poner de nuestra parte lo bueno que podamos tener, para hacer que todo vaya transcurriendo poco a poco. Imagino que cuando pase, nada va a ser igual, y la verdad es que no sé si será para bien o para mal.

Las vacunas están logrando algo importante: hay menos contagios en las residencia de mayores, los números bajan y el personal de los hospitales respira porque la presión en los mismos es menor, pero no hay que relajarse y debemos seguir con las medidas de prevención, ahora si cabe, con mayor rigor.

Las variaciones de los virus, que al parecen resultan una cosa normal, nos ponen en alerta ante un posible retroceso en la lucha y en los avances que se van consiguiendo. Todo esto es únicamente la demostración de lo que nos decían los que de verdad saben: «Nos enfrentamos a un enemigo muy peligroso que no hace distinción de nada ni de nadie, y ante el que quizá, con nuestra prepotencia, no estábamos preparados para combatir».

Me alegra mucho ver los informativos y comprobar que ahora somos los últimos en la clasificación de contagios. ¡Bien! Si como decía antes, ahora seguimos con nuestro trabajo responsable y cumplimos con todas las medidas que conocemos, conseguiremos estar un poco más tranquilos.

Aunque no hayamos tenido carnavales, los cristianos estamos ahora en tiempo de Cuaresma, que es lo mismo que decir tiempo de reflexión, de sacrificio y de misericordia. ¡Casi nada!

Mucha salud para todos.