Por su situación era parada obligada para conductores y camioneros, que desde que cerró han tenido que buscarse otros restaurantes para comer. La localidad cacereña de Alcuéscar no se entendería sin El Cruce de las Herrerías, de hecho se dice que debido a la importancia que tenía para los conductores el trazado de la autovía A-66 se dibujó de tal manera que no dejara a este restaurante aislado. Incluso en la salida de dicha carretera se anunciaba con un cartel este paraje.

Cerró hace ahora ocho meses, concretamente en julio del pasado año, y desde entonces el Hostal Restaurante Canuto y Los Olivos han notado un aumento de clientes porque asumen, entre ambos, el negocio que antes copaba el Cruce de las Herrerías.

En cambio el cese de actividad de este mítico establecimiento no ha estado exento de polémica. Los propietarios no avisaron a los empleados que tenían (más de una docena) de sus intenciones de cierre. Tanto es así que un día acudieron al restaurante dispuestos a trabajar pero se encontraron con la puerta cerrada. A ellos la empresa les debe en total casi 200.000 euros en atrasos, que han sido reconocidos por el Juzgado de lo Social Número 2, que obliga ahora a los propietarios del establecimiento a devolver lo que se les adeuda. La sentencia es firme al no haber sido recurrida por los interesados.

En total son trece los que reclaman. El juzgado ha declarado improcedente el despido por lo que estima que la empresa debe abonar esa cantidad a los empleados. A tres de ellos, que son los trabajadores más antiguos, les debe más de 30.000 euros a cada uno. Solo ellos acumulan casi la mitad de la deuda. Al resto se les adeudan cantidades que van desde los 800 hasta los más de 5.000 euros.

PROBLEMAS ECONÓMICOS / Todo parece indicar que la principal causa que motivó el cese de actividad fueron las deudas que acumulaba la empresa. De hecho el banco embargó esta propiedad a sus responsables. Durante varios meses estuvo colgado en la puerta del establecimiento un cartel en el que podía leerse «cerrado por motivos personales». Pero su abandono ha hecho que sea objeto de actos vandálicos. «Las 24 horas después del cierre lo desvalijaron todo, está destrozado», dicen en la localidad. Por esta razón la entidad bancaria puso un vigilante de seguridad para evitar así que sufriera más destrozos.