Sí, hubo una época en la que Cáceres fue chavista. Tal cual. Una época en la que algunos intelectuales y profesionales reconocidos trabajaban a favor de la sociedad, se preocupaban por el progreso de la ciudad, ayudaban a las familias humildes y ocupaban cargos políticos en Madrid para defender de forma real y efectiva los intereses de Cáceres. Y uno de esos hombres notables fue el abogado Juan Muñoz Chaves, político de la Restauración, del Partido Liberal, responsable de un destacado bufete y especialmente conocido por su gran poder de oratoria. Sobrino de Muñoz Bueno, perteneció a una saga de políticos, los Muñoz Chaves y Fernández de Soria, que ejercieron como alcaldes, diputados, senadores... De hecho, tan activa era esta familia en la defensa de sus ideas que en el ámbito local, y hasta regional, al liberalismo se le conoció por ‘chavismo’.

Ni en el fondo ni en la forma tiene nada que ver con el actual chavismo venezolano, se trata de una coincidencia cuanto menos curiosa. Lo cierto es que aquella corriente marcó una época. Tanto que al morir Muñoz Chaves se tuvo que hacer un sorteo entre Cáceres y Badajoz para decidir dónde se ponía su estatua, la primera que los ciudadanos sufragaron por suscripción popular, tal era su respeto y admiración hacia un hombre culto y generoso que siempre tenía su mano tendida. Por cierto, desde hace 101 años la estatua se sitúa en Cánovas.

Políticos equilibrados

Políticos equilibrados«Aquel liberalismo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX podíamos decir que era el auténtico liberalismo. Defendía la iniciativa privada, el trabajo y el derecho de las personas a prosperar, pero a la vez tenía una dimensión social y altruista. En Cáceres hubo buenos profesionales, abogados e incluso terratenientes que ejercieron la política con esa dimensión filantrópica, que les llevaba a buscar los avances para el bienestar de todos, y ayudar a quienes pasaban apuros», explica Esteban Cortijo, doctor en Filosofía, licenciado en Periodismo, expresidente del Ateneo de Cáceres y gran conocedor de esta época por sus investigaciones sobre la figura de Mario Roso de Luna.

Precisamente, nombres como Mario Roso de Luna, Rafael García Plata, Juan Ibarrola, Sanguino Michel o Publio Hurtado pertenecieron al mismo círculo social y cultural que buscaba traer a Cáceres el ferrocarril y cuantas infraestructuras y mejoras fueran posibles. Juan Muñoz Chaves no paró de intentarlo. Nacido en Bienvenida (Badajoz) en 1855, se estableció con su familia en la capital cacereña, donde destacó por su pericia en la abogacía. Una oratoria conocida en Cáceres que le hacía triunfar en la Audiencia Territorial de Extremadura. Pero también en Madrid, en sus debates políticos frente a figuras de la talla de Silvela, Maura o Salmerón. Así lo recogían los periódicos de la época como ‘El Noticiero’ cacereño.

Incorporado al Colegio de Abogados en el año 1877, Muñoz Chaves fue decano del mismo, presidente de la Diputación Provincial, presidente de la Cámara Agrícola, diputado a Cortes por Hoyos, senador del reino por Granada y por Cáceres, presidente del Partido Liberal de Cáceres, director general de Administración Local y miembro de la Comisión de Presupuestos del Senado.

«Era un político de su época: tenía un pie adelante, en las instituciones, en Madrid, pero no levantaba el otro pie de su ciudad, de sus vecinos, del respeto por la historia y por la tradición. No se trataba de los típicos adinerados que ni siquiera conocían a los jornaleros que trabajaban sus tierras de Extremadura», destaca Esteban Cortijo. Y es que Muñoz Chaves y un nutrido grupo de sus coetáneos compartían esta filosofía. «Hablamos de personas muy formadas, educadas y correctas, generalmente bien asentadas económicamente. Estaban, como decía Aristóteles, en el término medio: ni radicalmente inmovilistas como los conservadores de su tiempo, ni extremistas revolucionarios. Una postura mesurada que no buscaba arrastrar a las clases sociales a posturas excluyentes», destaca el investigador.

Turno de partidos

Turno de partidosEs cierto que, en la Restauración borbónica, el Partido Conservador liderado por Antonio Cánovas del Castillo y el Partido Liberal que encabezó Práxedes Mateo Sagasta seguían un sistema de turno de partidos evidentemente poco democrático. «Un sistema corrupto al fin y al cabo, pero hay que reconocer que dio una estabilidad», indica Esteban Cortijo. Y es que en la época del 98, con el sentimiento de fracaso que sacudía al país, los liberales, «que podríamos decir que representaban una izquierda progresista en ese momento frente a los conservadores», se empeñaron en aplicar las innovaciones para modernizar una España anquilosada.

Los liberales tuvieron en Extremadura cierta importancia, con varios senadores y diputados con escaño en las cámaras. Esto les permitió granjearse amistades que serían beneficiosas para la tierra, como la estrecha relación de Muñoz Chaves con Segismundo Moret, que impulsó la mayor industria que ha tenido Cáceres: la mina de fosfatos de Aldea Moret.

Eso sí, el liberalismo quería tomar el camino del progreso «con las leyes, no con sangre ni con revolución», explica Esteban Cortijo. Muñoz Chaves aplicaba esta máxima. Como abogado estaba convencido de que el bienestar solo era posible con la ley. De hecho, bajo su busto de bronce, el conjunto de la escultura incorpora una figura femenina que representa la jurisprudencia, y que lleva en su mano una tabla con una inscripción latina: «In legibus salus», es decir, en las leyes está la salud. En definitiva, liberales de hace un siglo «que no tienen nada que ver con el neoliberalismo actual, convertido en una especie de fanatismo por el poder y el dinero», lamenta el investigador.

En su libro ‘Cartas desde la memoria’, Esteban Cortijo realiza una interesante recopilación de la correspondencia extremeña de Roso de Luna con personalidades significativas de la época, entre ellas algunas remitidas o enviadas a Muñoz Chaves. «Yo lo sitúo entre los últimos románticos, porque sabían unir una vida profesional (abogado) y política (senador y diputado) con una actitud filantrópica y respetuosa con las ideas y la vida de los demás», resume Esteban Cortijo.

Todos los escritos y la ingente actividad de Muñoz Chaves como senador se encuentran recogidos en el archivo del Senado de España, de libre acceso a través de internet. En él aparecen hasta las minutas que cobró como abogado, de las que daba detallada cuenta, por juicios tan peculiares como la división de una casa, la recuperación de la posesión de una tapia, la titularidad de una fuente o ‘un incidente de pobreza’.

Muerte repentina

Muerte repentinaPuede decirse que Juan Muñoz Chávez murió prácticamente trabajando. Fue el día en el que se llenó la Audiencia Territorial de Extremadura para asistir al juicio que le enfrentaba con el letrado Melquíades Álvarez, también llamado ‘pico de oro’ por su oratoria (fundó además el Partido Reformista). Ganó Muñoz Chaves, pero llegó a casa enfermo y murió a las pocas horas. Su funeral fue todo un duelo colectivo. Según recoge el blog ‘Cáceres en la historia’, «el cortejo fúnebre estaba formado por muchos refugiados políticos y gran número de pobres con velas encendidas».

La escultura sufragada por el pueblo fue encargada al conocido escultor Mateo Inurria, y se instaló donde hoy se ubica la Fuente Luminosa, para desplazarse en 1965 a su actual ubicación frente al Coliseum. Resulta muy simbólico que a los dos lados del busto estén los escudos en piedra de Cáceres y Badajoz. Es lo que queda de su legado, junto a la calle con su nombre y la casa-palacio donde vivió, frente a la Audiencia, convertida en un elegante bloque de apartamentos. Eso y la figura de la jurisprudencia que acompaña al busto, decapitada desde hace cinco años. Una triste desidia que no hace honor al talante de aquellos chavistas dedicados a mejorar la vida de sus vecinos