Carlos Marín es un hombre de retos. Nacido en Madrid hace 52 años, lleva en Cáceres casi media vida. En octubre del año pasado, sufrió un herpes zóster, «una culebrilla, como le llaman», explica, que le afectó el nervio facial y le paralizó media cara. Aún hoy, nueve meses después, tiene problemas de equilibrio, porque le dañó el oído interno. Carlos ha estado ocho meses de baja y poco a poco, ha conseguido recuperarse, aunque aún tiene parte de parálisis facial y continúa con problemas de equilibrio.

Para superar esta adversidad, Carlos Marín ha empleado una de las actividades que más le gustan, caminar, «me dijeron que para los temas de equilio venía muy bien andar», comenta. Y esta terapia, para un ‘andarín’ como él, es casi un regalo del cielo.

Ya el año pasado, Carlos hizo el Camino de Santiago por la ruta francesa. Y este verano no ha querido que sus problemas de salud sean un impedimento para su afición preferida. Así que ha elegido la Senda Pirenaica, conocida también por GR-11, un camino de 800 kilómetros que une el mar Cantábrico en el cabo Higuer, con el Mediterráneo, en el cabo de Creus, por los Pirineos. «Es más complicada que el Camino de Santiago porque tiene más desviel», explica. Lo hará en solitario en dos tandas, del 15 al 31 de julio y del 15 al 30 de agosto. El pasado jueves tuvo su primer incidente, una inflamación detrás de la rodilla le impidió finalizar la etapa entre Ochagavía e Isaba, en Navarra. Tuvo que llegar al destino en taxi, «tampoco quiero obsesionarme», comenta, así que un día de descanso y a continuar la marcha.

Carlos Marín cuenta su travesía en su blog y en Youtube. Su meta no es sólo llegar al Mediterráneo, sino conseguir un euro por cada uno de los 800 kilómetros que va a recorrer para Save the Children, para ayudar a niños en riesgo de exclusión social. En la web de esta oenegé, en el apartado de retos, se pueden hacer las donaciones. Su premio, saberse capaz de superar las adversidades y ser, además, útil para los demás.