¿Qué hacer con la alianza de una exmujer tras un divorcio? ¿Cómo perder de vista la pulsera regalada por un novio antes de que se marchara con otra? ¿Y el anillo poco favorecedor que escogió la suegra? ¿Y el pendiente que ya no tiene pareja porque se extravió? La empresa Europa 17 ha venido a cubrir un vacío en Cáceres, donde no existía ningún otro negocio dedicado a la compraventa de oro de segunda mano (los hubo, pero cerraron), pese a tratarse de un sector muy recurrente para la ciudadanía.

Y aunque la subida de los precios e hipotecas ha dado un nuevo empuje a estos negocios, "en Cáceres la gente no suele venir por dificultades económicas, porque aquí no llegan los grandes progresos, pero tampoco las grandes crisis. La mayoría recurre a nosotros para desprenderse de objetos que ya no quiere por distintos motivos: separaciones de pareja, piezas anticuadas, herencias que traen recuerdos muy tristes... Lo cierto es que el oro no está de moda, ahora se lleva el acero de diseño, o plata y oro muy elaborados", explica el responsable, Juan Luis García.

Pero no es un negocio cualquiera. Situado en el edificio Plaza Europa, parece un búnker (sensores antisísmicos y volumétricos, cámaras, blindajes, alarma...) y todas las transacciones están controladas por la comisaría. Las joyas se mantienen incluso en cuarentena hasta que se descarta que sean robadas. "De hecho, estuvimos año y medio resolviendo trámites hasta que abrimos el establecimiento. Nos exigen más seguridad que a una joyería. Pero tanto nosotros como los clientes agradecemos este control", señala el responsable.

En pocos minutos

El cliente entra con su joya y sale con el dinero, aunque hay que solventar algunos trámites. En primer lugar, el establecimiento realiza la prueba del ácido sobre una piedra de toque para certificar si efectivamente se trata de oro. "Rayas la piedra con el objeto en cuestión y a continuación viertes un poco de ácido sobre la zona rayada. Si no se come las marcas, significa que es oro", explica Juan Luis García. En ese caso, la pieza se pesa y se determina su valor.

A continuación se fotocopia el DNI o el pasaporte del cliente (condición indispensable) y la propia joya, y se cumplimenta una ficha de autorización. El establecimiento remite todos estos documentos a la comisaría de policía cada quince días, y espera otros quince mientras se investiga si son o no robadas (nunca ha sucedido). Pasado ese tiempo, envía a una fundición de Madrid el 90% de los objetos, y solo reserva un 10% para venderlos en la propia tienda como artículos de segunda mano. "Nos quedamos con relojes, anillos o cadenas en buen estado, que obviamente se venden bastante por debajo del precio de las joyerías. Algunos clientes vienen expresamente en busca de joyas antiguas, pero nuestro negocio es realmente enviarlos a fundición", explica.

De este paso se encarga la Sociedad Española de Metales Preciosos, que vuelve a poner los objetos en cuarentena policial antes de fundirlos. Finalmente produce oro refinado a 22 y 24 kilates que vende a talleres de joyería de España y el extranjero para elaborar piezas nuevas o lingotes, o reformas joyas.